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Todos los capítulos de TRES NOCHES CON EL CEO MISTERIOSO: Capítulo 141 - Capítulo 150
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Capítulo 141. El atrevimiento de Liliana.
Las horas fueron pasando, la tensión era palpable incluso a kilómetros de la finca Armone. En una lujosa mansión, Liliana King discutía acaloradamente con su padre y Ugo Armone. El ambiente estaba cargado de una mezcla de planes oscuros y egos enfrentados.—Entrar directamente es un error, Liliana, —dijo su padre con severidad, sus manos cruzadas frente a él mientras la miraba con preocupación. —Sabes tan bien como yo que Enrico no es un hombre que se tome las amenazas a la ligera. Tiene todo bajo vigilancia, y exponer a nuestros hombres sería suicida.Liliana lo fulminó con la mirada, sus labios curvándose en una sonrisa fría.—¿Qué propones entonces, papá? ¿Qué nos quedemos sentados esperando a que Enrico contraataque? No. Esta es nuestra oportunidad. No estoy dispuesta a dejar que ese bastardo siga creyendo que puede ganar. Lo quiero hundir… verlo de rodilla suplicándome y arrepentido de haberme rechazado. Deseo destruirlo, y Dante es la clave.Ugo, sentado en un sillón con su habi
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Capítulo 142. La trampa se cierra.
El silencio de la noche fue roto por el sonido de disparos y gritos. Enrico y Leandro se pusieron en acción de inmediato, coordinando a sus hombres a través de los comunicadores mientras observaban el caos que se desarrollaba en las pantallas de seguridad.—¡Están entrando por el ala norte! —gritó uno de los guardias a través de la radio. —¡Necesitamos refuerzos!Enrico apretó los dientes, su mente trabajando a toda velocidad. —Vamos, tenemos que ir a ayudarlos —expresó Leandro, pero mientras iba caminando hacia allí, una idea cruzó en la mente de Enrico, reaccionó y negó con la cabeza.—Hay algo que no me cuadra —murmuró. —Liliana es más inteligente que esto, la conozco. Se quedó pensativo y luego agregó sin dudarlo.—Es una distracción —enseguida regresó a la sala de seguridad y comenzó a ver en las pantallas.Como si confirmara sus sospechas, otra alarma sonó, esta vez desde el ala este de la mansión, cerca de donde estaban los niños.—¡Mierda! —exclamó Enrico. —Leandro, encárgat
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Capítulo 143. Dos en uno.
Mientras tanto, en un rincón de la ciudad, dentro de una de las vans que se desplazaba silenciosamente, Izan abría los ojos, lentamente temiendo ser visto. No estaba inconsciente, porque apenas vio a los hombres entrar y colocarle un trapo en la nariz a su hermanita y hacerla desmayar. Supuso que eso tenía alguna sustancia para dormir, por eso retuvo la respiración.Miró a su alrededor y vio a Dante, su primo, dormido junto a él, y de inmediato sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que algo no iba bien. Había escuchado los murmullos de los hombres a su alrededor, y la sensación en el aire lo hizo contener la respiración.El niño empezó a sentirse más alerta. El par de hombres a su alrededor parecían distraídos, ajenos a la lucidez creciente en Izan.Con un esfuerzo visible, Izan se incorporó lo suficiente como para observar mejor. Con un giro de cabeza, vio a los dos hombres que los acompañaban: uno estaba sentado en el asiento delantero, el otro detrás de ellos. La sensaci
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Capítulo 144. El precio a pagar.
Enrico sintió que el aire se le escapaba de los pulmones ante la declaración de Liliana. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de encontrar una salida a esta situación imposible.El aire parecía pesado y denso, como si la misma tensión que envolvía a Enrico y Liliana hubiera solidificado el espacio entre ellos. Enrico mantenía los puños apretados, sintiendo cómo la rabia y la impotencia hervían en su interior. Pero tenía que mantenerse controlado, por sus seres queridos. La situación había alcanzado su punto más crítico, y no podía perder la cabeza ahora.Liliana observaba cada uno de sus movimientos; su sonrisa arrogante nunca se desvanecía. Para ella, todo esto era solo un juego. Un juego con reglas que ella misma había impuesto y que Enrico, como siempre, debía seguir si quería que su familia sobreviviera.“Una noche”, pensó Enrico, su mente trabajando frenéticamente. “Una noche para salvar a mi familia”. La oscuridad parecía tragarse sus pensamientos. Sabía que no tenía m
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Capítulo 145. Propuesta indecente.
Enrico, con su corazón palpitando fuertemente en su pecho, pensó en lo que tendría que sacrificar si las cosas se complicaban. “Nada de esto tendría sentido si Liliana no cumplía su parte del trato”, pensó.—Voy a matarte, Liliana —murmuró, casi en un susurro, sin que ella lo escuchara. Pero en ese momento, Enrico sabía que solo tenía un camino hacia la redención, luchar con todo lo que tenía. Aunque las cartas estuvieran en su contra.Cuando lo empujaron dentro. Las puertas se cerraron detrás de él, y en ese momento, Enrico se dio cuenta de algo: este juego estaba a punto de tomar un giro aún más oscuro. Sabía que esa mujer era capaz de todo. ¿Qué estaba dispuesto a hacer por venganza? Las preguntas eran muchas, y el reloj estaba corriendo en su contra.Entretanto, en la finca de Enrico, la casa estaba a punto de estallar en caos. Mientras tanto, la verdadera trampa de Liliana se cerraba, y nadie sabía a ciencia cierta cuántos pagarían el precio de haber subestimado a Liliana King.
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Capítulo 146. El precio del sacrificio.
Enrico intentó calmarse, pero sus palabras salieron entrecortadas, casi doloridas.—Están bien, Inés, están a salvo por ahora —dijo rápidamente, pero sus palabras no pudieron aliviar la tensión en su voz. —Solo… necesito hacer algo para liberarlos, algo que Liliana exige.Inés no respondió de inmediato, pero Enrico pudo escuchar cómo su respiración se volvía más pesada, más acelerada, a medida que procesaba lo que acababa de decir.“¿Qué es lo que ella quiere, Enrico?”, preguntó, ahora más ansiosa, casi exigiendo respuestas. “¿Qué te ha hecho prometerle?”Enrico sintió un nudo en el estómago, como si las palabras se le atragantaran. Sabía que no podía mentirle a Inés, pero también sabía que las consecuencias de su confesión no serían fáciles de asumir.“¿Por qué te quedas callado, Enrico? Habla de una vez por todas”, exigió en un tono que no admitía discusión.—Quiere que me acueste con ella, Inés —dijo finalmente, con voz grave, como si cada palabra le costara una parte de su alma. —
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Capítulo 147. Los planes de rescate.
La llamada terminó y el silencio se apoderó de la sala de vigilancia. Inés no podía dejar de escuchar las últimas palabras de Enrico resonando en su cabeza. Su pecho estaba apretado, como si una presión insoportable la hubiera invadido por completo. Sabía lo que tenía que hacer, lo que Enrico había elegido hacer, pero eso no significaba que aceptara el precio que estaba dispuesto a pagar.Al cortar la llamada, Inés miró a Lisandro y Leandro, quienes estaban en el otro extremo de la sala, observando en silencio. La incertidumbre llenaba el aire.—¿Dime que lo tenemos? —preguntó Inés, su voz más áspera de lo que pretendía. Necesitaba una respuesta, algo que la hiciera sentir que, a pesar de lo que había escuchado, las cosas no estaban perdidas.Lisandro, que hasta entonces había permanecido inmóvil, se levantó del asiento con una sonrisa triunfal, un destello de satisfacción en su mirada. Parecía haber estado esperando este momento.—Lo tenemos, Inés, ¿Dudaste de mí? —dijo con segurida
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Capítulo 148. Una mujer muy celosa.
El equipo se preparó, y salieron al vehículo, sin mirar atrás. La noche era la cómplice de su desesperación, y cada kilómetro que recorrían les acercaba un poco más a lo que tenían que hacer. En sus corazones, la única verdad era que tenían que hacer todo lo posible por salvar a Enrico y a los niños. No importaba lo que costara.Los dos equipos se movieron silenciosamente hacia sus objetivos. Inés, con el corazón latiendo frenéticamente, se acercaba al hotel donde Enrico estaba retenido. Carolina, por su parte, se dirigía con Tomasso hacia la casa donde tenían a los niños.El rescate estaba en marcha, y el tiempo corría en su contra.En el hotel, Liliana se acercó lentamente a Enrico, sus ojos brillando con una mezcla de triunfo y deseo. Sus dedos recorrieron el pecho de él, con deliberada lentitud. Enrico permaneció inmóvil, su rostro una máscara de frialdad que ocultaba la tormenta de emociones en su interior. Cada roce de los dedos de Liliana sobre su piel le provocaba repulsión,
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Capítulo 149. El escape.
El silencio que siguió al disparo fue ensordecedor. Enrico miró a Inés, sus ojos abiertos por la sorpresa y el alivio. Ella permaneció inmóvil en la puerta, el arma aún en sus manos temblorosas.—Inés... —comenzó Enrico, su voz ronca por la emoción.Pero antes de que pudiera decir más, el sonido de pasos apresurados llenó el pasillo. Leandro apareció detrás de Inés, su rostro una mezcla de shock y preocupación.—¡Maldita sea, Inés! ¡Te dije que esperaras! —exclamó, entrando rápidamente en la habitación y evaluando la escena.Inés finalmente bajó el arma, sus ojos nunca dejando los de Enrico.—No podía esperar —dijo, simplemente, su voz cargada de emociones contenidas.Enrico se levantó rápidamente, su torso, bañado en sangre, agarró una sábana y se cubrió. Se acercó a Inés con cautela, como si temiera que ella pudiera desaparecer en cualquier momento.—Gracias —susurró, extendiendo una mano hacia ella.Inés dudó por un momento antes de tomar su mano, permitiendo que Enrico la atrajera
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Capítulo 150. En el centro del peligro.
La noche en el bosque era un abismo oscuro que parecía tragarse a Izan y a Dante a cada paso que daban. Las hojas crujían bajo sus pies, y sus corazones latían desbocados, impulsados por el miedo y la adrenalina.El aire frío les cortaba los pulmones, pero no se detuvieron. Izan, a pesar de ser el menor, lideraba la marcha tan solo con la guía de la luna, apretando la mano de Dante con fuerza mientras el bosque se volvía más denso.Sin embargo, unos minutos después, detrás de ellos, los gritos de los hombres resonaban cada vez más cerca. Sus linternas iluminaban el entorno, proyectando sombras alargadas y fantasmales que se movían con rapidez entre los árboles.—¡Por aquí! —susurró Izan, guiando a Dante hacia un arbusto denso. Se dejaron caer detrás de él, jadeando y tratando de contener el ruido de sus respiraciones.—¿Crees que nos encontrarán? —preguntó Dante, su voz temblorosa. Izan negó con la cabeza, aunque no estaba seguro. —No si nos quedamos callados y quietos. Solo espera.L
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