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122 chapters
Capítulo 121
SEIKCaminé detrás de mi padre, con cinco de nuestros guerreros flanqueándonos mientras avanzábamos por el pasillo que conducía a la sala de reuniones. Cada paso retumbaba con una tensión espesa. Ambos sabíamos que esto no sería una charla cordial; era el momento de poner las cartas sobre la mesa.Mi lobo estaba inquieto, en guardia. Este lugar no le gustaba. A mí, mucho menos.Lucciano, el Alfa de Luna Menguante, nos recibió con una sonrisa que no le alcanzaba los ojos. A su derecha, su hijo se sentaba con los brazos cruzados, escupiendo arrogancia por cada poro. Mientras tomábamos asiento, mis ojos se fijaron en los guardias y guerreros a los costados del salón. No reconocía a ninguno de ellos. No llevaban ningún símbolo de la manada. Sus ojos eran fríos, demasiado oscuros. Y su postura… no era un lobo entrenado. Su olor me resultaba familiar. Áspero. Irregular. Se asemejaba demasiado al de los Rogues.—Bienvenidos a Luna Menguante —dijo Lucciano con una sonrisa falsa—. Qué sorpre
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Capítulo 122
SEIKUn silencio sepulcral cayó sobre la sala.El vampiro dio un par de pasos más, lentos, como si el tiempo mismo se encogiera ante su presencia. Sus botas no hacían ruido, pero su aura lo llenaba todo: pesada, fría, sofocante. Su mirada se detuvo en el cuerpo sin vida de Lucciano, aún con los ojos abiertos, desorbitados por la muerte.—Oh, vaya… —murmuró el vampiro con voz sedosa, dejando que la ironía se deslizara como veneno—. Parece que no todos están disfrutando de esta fiesta... Loren soltó una carcajada baja, casi divertida, mientras se cruzaba de brazos.—No importa.– dijo sin un atisbo de remordimiento—. Yo soy el nuevo Alfa ahora. Cornelio enarcó una ceja, divertido, como si observara a un cachorro jugando con fuego. Paseó la mirada por los asistentes: soldados heridos, cuerpos de rogues, polvo, sangre… caos. Nadie se atrevía a moverse. Nadie osaba respirar más fuerte de la cuenta.Lo observé con los músculos tensos, cada fibra de mi cuerpo lista para la batalla… y al mism
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