Punto de vista de MaxRocío subió a la azotea junto a Max, sintiéndose cómoda en el abrazo de él. El aire se tornó más frío, y su cuerpo instintivamente se pegó más al suyo. Max, incómodo, la apartó suavemente por los hombros y la sentó en un banco.—Quédate aquí hasta que te sientas mejor —dijo, con voz firme pero amable.Rocío se sonrojó, sorprendida de que su acción pareciera haber incomodado a Max. ¿Qué esperaba? Él era su jefe y su Alfa. Confusa, se preguntó en silencio: ¿Qué me está pasando?Mientras tanto, Max se dirigió de vuelta a su oficina. Sin embargo, cada paso le resultaba complicado: tenía una erección que no lograba controlar. Al llegar a su escritorio, se encontró con una inesperada visita.—¿Rebeca? No lo puedo creer, ¡qué pequeño es el mundo! ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Max, desconcertado.—Hola, Max, tanto tiempo —respondió Rebeca, acercándose con su habitual confianza. Era una mujer curvilínea, de piel clara, labios carnosos y unos ojos esmeralda que lo at
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