27. Todos los lobos son iguales.
Anya.Corría desesperada. Miles de personas me llamaban al unísono, sus voces eran un eco confuso que retumbaba en mi cabeza. No sabía a dónde ir. Mis piernas me llevaban sin rumbo, y el peso en mi pecho era insoportable. Quería gritar, pero mi voz no salía. Sentía como si algo se hubiese apoderado de mí, algo pesado y aterrador. De repente, noté que mis manos no estaban vacías. En una sostenía una flauta que nunca había tocado en mi vida, y en la otra, unas flechas antiguas. ¿Qué estaba pasando? Miré alrededor, buscando respuestas, pero lo único que vi fue un grupo de lobos negros persiguiéndome. Su aliento se sentía caliente en mi espalda mientras corrían con un odio palpable, queriendo destrozarme. Entonces apareció un lobo plateado. Su mirada era distinta, fría y calculadora. Sin previo aviso, me atacó con sus garras, rasgando mi piel como si estuviera hecha de papel. El dolor era insoportable, pero no podía detenerme. Quería entender por qué estaba ocurriendo esto. Grité en m
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