Los días siguientes a la confrontación con Al-Fayed estaban llenos de actividad frenética. Agatha y su equipo se sumergieron en la planificación de su estrategia, reuniéndose en sesiones largas y exhaustivas para establecer un plan que pudiera contrarrestar la creciente presión de la dirección. El ambiente en la oficina, aunque tenso, se sentía más unido. Había una chispa de determinación en el aire, y muchos de los empleados comenzaron a unirse más a la causa.Una tarde, mientras revisaban las ideas, Agatha miró a Samer. “Necesitamos más apoyo. Si logramos reunir a más personas de otros departamentos, podríamos hacer que la resistencia sea aún más sólida,” dijo, su voz llena de energía.“Estoy de acuerdo. Pero debemos ser estratégicos. No podemos correr el riesgo de que la información llegue a oídos de Al-Fayed antes de que estemos listos,” respondió Samer, su mirada intensa.“Podríamos hacer pequeñas reuniones en secreto, seleccionar a aquellos en quienes más confiamos,” sugirió Aga
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