La noticia de los despidos comenzó a difundirse rápidamente, creando un ambiente de ansiedad y temor en la oficina. Agatha y su equipo no podían ignorar las repercusiones de sus acciones. La sala de descanso, que antes era un lugar de risas y camaradería, se había convertido en un espacio de murmullos y miradas nerviosas. Todos sabían que Al-Fayed no iba a quedarse de brazos cruzados.Un día, mientras Agatha revisaba algunos documentos en su escritorio, recibió un mensaje de Javier. Su tono era serio y directo. “Agatha, Al-Fayed ha convocado a una reunión con todos los empleados. Dice que quiere hablar sobre la reciente ‘desinformación’ que se ha difundido.**”Agatha sintió un escalofrío recorrerle la espalda. “Esto no es bueno,” murmuró para sí misma, consciente de que la reunión podría ser una trampa. Se acercó a Samer, que estaba revisando unos informes al otro lado de la oficina.“Samer, tenemos que hablar,” le dijo, mientras él levantaba la vista, notando la preocupación en su ro
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