Verla de nuevo y tan pronto le causa un sentimiento de culpa indescriptible, ya que todavía recuerda las lágrimas en los ojos celestes, sus mejillas sonrojadas y la desilusión en su semblante. Pero tenía que ser sincero, puesto que sus emociones estaban fuera de control.Es que esa noche, después de despedirse de la cumpleañera y de su hermano, tuvo que lidiar con el amargor y el vacío que la ausencia de esa chiquilla fastidiosa le dejó. Horas antes, llegó lejos con ella e incluso su lobo estuvo a punto de reclamarla. No, ya no puede seguir luchando contra sí mismo; sin embargo, carga con el peso de la culpa y el remordimiento.La noche anterior, tras contarle la verdad a la mujer a quien le había prometido que marcaría como su pareja, no pudo evitar ser sincero acerca de sus dudas.—¿Te está escuchando, Dylan? —le reclamó Clara con la voz afectada por el llanto.—Lo siento, pero es la verdad. Me moría de los celos cuando tu hermano bailaba con Legna. No lo puedo controlar, Clara.—E
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