Confusiones.
Cataleya estaba en su oficina, concentrada en los informes del nuevo proyecto, cuando Rafael entró sin previo aviso. Su presencia siempre traía una sensación de incomodidad, y hoy no era la excepción.—Hola, bella Cataleya, tan divina como una flor —dijo Rafael con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. ¿Cómo va todo?Cataleya levantó la vista, tratando de mantener la calma y no darle una bofetada.—Hola, Rafael. Estoy ocupada con los informes. ¿Necesitas algo?Rafael se acercó, apoyándose en el borde de su escritorio.—Solo quería ver cómo estabas. Sabes, me preocupa que estés asumiendo demasiado. No quiero que te quemes.Cataleya sintió la tensión en el aire.—Estoy bien, gracias. Puedo manejarlo, no tienes por qué preocuparte, sobre todo cuando no somos nada.Rafael la miró fijamente, su tono volviéndose más insinuante.—Cataleya, sabes que siempre puedes contar conmigo. No tienes que hacerlo todo sola.Cataleya frunció el ceño, su paciencia agotándose.—Rafael, ¿por qué siempre t
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