—Patricia Cruz, ¿crees que, si tú y yo nos accidentásemos a la misma vez y estuviésemos en peligro inminente de muerte, Luis Martínez salvaría a quién? ¡Apuesto mil a una a que sería yo!En el instante en que cinco varillas de acero atravesaron mi costado, la pasajera del lado derecho, Juana Ortiz, retiró instintiva su mano del volante, y con desprecio dijo: —Debes aguantar un poco más, no te mueras tan pronto, no tendría chiste.Recientemente, ha estado lloviendo demasiado y hay mucha agua en la carretera.En la montaña, de repente, ocurrió una inundación, la gente entró en completo pánico, yo estaba concentrada en conducir y ni siquiera presté atención a Juana.Nunca imaginé que la estudiante a la que apoyé tendría tal malicia hacia mí.La miré con furia, pero ella ni siquiera me prestó atención alguna, solo usó su móvil para llamar a Luis, pidiéndole que viniera a rescatarla.El auto de Luis estaba justo detrás, no muy lejos de nosotras.Cuando recibió la llamada, vino corriendo baj
Leer más