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Todos los capítulos de Soy la mujer amada del presidente: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31 Recuérdame, soy Adriana
A la noche siguiente, Elena se maquilló con un estilo dramático para ocultar la palidez causada por una etapa de malos hábitos, no comía muy bien y sus horas de sueño eran pocas.Se puso su vestido más sensual y subió a un yate en la costa.Gracias a la información que Lorena le había compartido, sabía que Manuel acababa de llegar a Costa Sol.Muchos empresarios de la ciudad lo habían invitado a diversos banquetes e incluso le organizaron una fiesta privada en alta mar, algo muy exclusivo.Esta era una oportunidad que Elena no podía dejar pasar.Se hizo pasar por una de las invitadas de la fiesta, logró subir al barco y pudo avistar a Manuel entre la multitud.Manuel ya había bebido mucho; estaba medio ebrio y rodeado de mujeres, aunque ya parecía un poco aburrido.Con una máscara que le cubría media cara al estilo Cleopatra y un bastón plateado, Elena, con su vestido rojo intenso; con un escote en la espalda tan largo que parecía no terminar.Comenzó a pasearse intencionadamente frent
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Capítulo 32 Más hermosa de lo que imaginé
Antes de salir por la noche, Adriana miró la muleta que descansaba junto a la silla. Dudó por dos segundos pues sabía que podría necesitarla, pero finalmente decidió no llevarla. Su pie izquierdo ya podía soportar el peso con normalidad; sin embargo, después de haber dependido tanto tiempo de la muleta, aún no se sentía completamente acostumbrada a caminar sin ella. Hoy debía representar al Grupo en una importante fiesta de la alta sociedad, y era momento de dejar atrás el pasado y darle a su vida un nuevo comienzo, era la oportunidad que había estado esperando. Adriana asistió a la fiesta acompañada de Julia, una vieja amiga que ayudo desde la fundación a la empresa, y sabía todo de ella. De camino, Adriana preguntó a la siempre bien informada Julia: —Carlos golpeó a Elena hasta dejarla hospitalizada. ¿Qué pasó con su hijo? —¿Un hijo? ¡Ese niño no pudo sobrevivir! —respondió Julia, mientras conducía con desespero—. Aunque Carlos no la hubiera golpeado, Elena tampoco habría que
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Capítulo 33 Ve a bailar un striptease
Manuel se acercó de una forma descortés a Adriana, como un zorro viejo y hambriento, sus ojos recorriendo su cuerpo de arriba abajo con descaro. Como calificándola. Aunque estaba molesto por su actitud altiva, no pudo evitar quedar cautivado por su belleza y estaba desesperado por su aprobación. —Señor Manuel, hoy he venido para hablar con usted sobre la colaboración en el desarrollo de perfumes. ¿Ha revisado ya la propuesta del Grupo López? —preguntó Adriana, esquivando hábilmente su intento de saludarla de beso en la mejilla. —¿Ah? Manuel hizo un gesto con la mano y se tapó la boca, impaciente: —No hablemos de esas pendejadas. Volvernos a encontrar es cosa del destino, una surte que no todos tienen. Ahora dime ¿qué es aquello que no puedo cumplir? —Es en verdad una gran felicidad que nos podamos ver de nuevo. Y precisamente de eso quería hablar, yo quisiera que colaboráramos juntos, tu yo en un negocio. Manuel, molesto: —¿Negocios? Yo ya investigué. Recibí su correo hablando
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Capítulo 34 El jefe misterioso
José estaba sentado en su silla de ruedas cuando Adriana chocó bruscamente contra él, lastimándose la canilla y cayendo directamente sobre sus piernas. El impacto fue tan fuerte que inclinó la silla de ruedas, y el peso de ambos cayó sobre Rafael, que la sostenía por detrás. Rafael, incómodo, no sabía si debía mirar o apartar la vista. La posición de Adriana con el jefe era realmente sugestiva, y él temía perder su empleo si observaba demasiado. Adriana, al darse cuenta de que había chocado con José, intentó levantarse apoyándose en sus piernas y en la silla. Justo en ese momento, se escucharon las voces de los guardaespaldas de Manuel, que seguían persiguiéndola: —¡Detente! —¡No la dejen ir! Sin embargo, los hombres fueron interceptados rápidamente por los guardaespaldas de José. —¡El señor Torres está aquí! Y no quiere que nadie lo moleste Los guardaespaldas intentaron asomarse, solo para ver cómo José extendía su chaqueta y la colocaba sobre el rostro de la mujer que estab
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Capítulo 35 Quiero unirme a ti para ser imparables
—¿Qué es? Habla haber —respondió José con tono impaciente. —Escuché que, antes de que la fiesta de Manuel terminara, su empresa fue adquirida. —La fábrica conservó a todos sus empleados, pero cambió de administrador y dueño. —¿El señor Torres, sabe algo al respecto? —preguntó Adriana, observando sutilmente la expresión de José. En los ojos de José no había ni un atisbo de emoción: —¿Qué quiere decir con eso? —Usted ya sabe que el Grupo López está buscando un fabricante adecuado para nuestros perfumes. Me gustaría saber quién adquirió en secreto la fábrica de Manuel, sería un gran contacto —insistió Adriana, tanteando el terreno. José levantó la mirada, su expresión severa como siempre: —¿El Grupo López no tiene capacidad de investigar por su cuenta? No pienso ayudarte. Adriana presionó los labios y cambió rápidamente de tema: —Por cierto, señor Torres, ¿qué marca de perfume usa usted? José Torres la miró con más impaciencia; como si le molestara cada frase que salía de su b
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Capítulo 36 Adriana planea su regreso
—Oh, tío José. Adriana lo llamó mientras, de manera instintiva, se ajustaba el cinturón de su bata para evitar que se descolocara, pudiera ser más reveladora de lo que debería. José dejó su tableta con la que trabajaba a un lado y la miró con una expresión tranquila. Le resultaba bastante curioso que a ella le gustara llamarlo tío, pero al final, decidió dejarlo pasar. A unos pasos de distancia, la mujer, con el cabello aún húmedo, su rostro al natural, cabello oscuro y piernas pálidas y largas, parecía incluso más atractiva que durante el día, cuando llevaba maquillaje. Sin embargo, parecía protegerse de él como si fuera un ladrón, un desconocido. Su nuez de Adán se movió ligeramente al pasar saliva antes de que apretara los labios y girara la silla de ruedas. Manipuló algo en el apoyabrazos y, de repente, se escuchó un ruido mecánico detrás de él. —¿Qué es eso? —preguntó Adriana con sorpresa al ver cómo una pared giraba lentamente, revelando una puerta secreta. José no respo
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Capítulo 37 Redimirse no es tan fácil
Adriana encendió su computadora y ajustó una vez más el plan de desarrollo de perfumes. Aunque estaba exhausta por la noche tan larga, no pensaba desperdiciar un segundo. Luego de 25 minutos sin darse cuenta, se quedó dormida sobre el escritorio debido al cansancio. A la mañana siguiente, cuando despertó, los sirvientes le informaron que José ya había terminado el desayuno y se había marchado a una reunión. Adriana se lavó rápidamente, echó un vistazo a la bolsa de valores y, al ver la caída en picada del grupo García, cerró su computadora con satisfacción. Aunque ya había hecho público que no cumpliría el compromiso de matrimonio con Carlos, el propio Carlos, ahora sumido en el caos, no tenía tiempo para intentar reconfortarla falsamente. Eso le dejaba mucho tiempo libre para concentrarse en el desarrollo de sus perfumes. Al llegar al grupo López, Adriana ordenó a Luis que convocara una reunión de directivos para discutir la nueva propuesta que había modificado la noche anterio
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Capítulo 38 El sabotaje del vestido
—¿Quiénes son ustedes? Javier se colocó frente a Elena intentando protegerla, pero uno de los guardaespaldas vestidos de negro lo sujetó del brazo con fuerza y le dobló la muñeca, haciéndolo gritar de dolor. —Venimos por su hija ella le debe algo a Manuel. Ella lo conoce bien —dijeron guardaespaldas con una sonrisa cruel. —¿Manuel? Javier y los accionistas de Grupo López se quedaron pasmados. Manuel era, sin duda, el tema más comentado de los últimos días. Nadie sabía que Elena lo conocía. De haber sido así, no habrían necesitado esforzarse tanto para conseguir una invitación a la fiesta. —Solo atrapen a la muchacha—gritó uno de los lacayos. Mientras mantenían a Javier inmovilizado, los guardaespaldas avanzaron y arrastraron a Elena hasta la puerta, gritándole a todo el personal del edificio que observaba desde fuera: —¡Elena se coló en la fiesta como una joven de compañía para seducir al señor Manuel y luego lo atacó de manera injustificada en plena fiesta! ¡El señor Manuel no
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Capítulo 39 Haz que se lo quite
Adriana pensó detenidamente. Cuando regresó al vestidor y encontró su cambiador, tomó la vestimenta y los zapatos que llevaban su nombre bordado. Lo primero que hizo fue revisar cuidadosamente el vestido por dentro y por fuera, pero no encontró nada extraño… Se lo puso y lo sintió cómodo, sin notar nada fuera de lo común. Satisfecha, salió del vestidor. Desde las sombras, dos mujeres observaban cómo salía con el vestido puesto y comenzaron a hablar en voz baja. —¿Estás segura de que le hiciste algo al vestido? No me digas que solo aflojaste los tirantes… —Cállate y espera—respondió la otra mujer con una sonrisa arrogante.— ¡Le clavé un alfiler en la suela de sus zapatos! —¿Un alfiler? ¿No se va a dar cuenta enseguida? Si lo siente antes de llegar al salón y se cambia de zapatos, ¿qué harás? —No te preocupes, lo hice muy bien. El alfiler apenas empezará a molestarle cuando empiece a bailar. Espero caiga sobre el pastel y quede retratada frente a todos. Apenas salía del ascensor
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Capítulo 40 ¿Quién es el más atractivo?a más ?
—Señorita Gracia, la señorita Adriana también es una invitada en este evento. Usted no puede… —dijo el personal, nervioso y sudando de la presión. —Ah, ¿no? ¿No pueden solucionarlo? ¿Quién se supone que es ella? ¡Jamás la había visto! ¿De verdad no pueden lidiar con una aparecida sin importancia? —Si no lo resuelven, me voy a casa y arruino todo el evento —exclamó Gracia, con tono amenazante. —… Los empleados, al ver que el evento estaba a punto de comenzar, no tuvieron más opción. Finalmente, se acercaron a Adriana y le suplicaron con cara de preocupación: —Señorita Adriana, sabemos que esto es muy incómodo, pero… ¿podría darle el vestido a la señorita Gracia? Adriana echó un vistazo a la reluciente vestimenta marfil de Gracia en la sala y suspiró con fingida resignación. —Entiendo que esto es complicado para ustedes, no están en una buena posición. Si no fuera porque el evento es lo más importante, no cedería ante ella —dijo con tono aparentemente generoso. —¿A qué tanta char
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