—¿Qué es? Habla haber —respondió José con tono impaciente. —Escuché que, antes de que la fiesta de Manuel terminara, su empresa fue adquirida. —La fábrica conservó a todos sus empleados, pero cambió de administrador y dueño. —¿El señor Torres, sabe algo al respecto? —preguntó Adriana, observando sutilmente la expresión de José. En los ojos de José no había ni un atisbo de emoción: —¿Qué quiere decir con eso? —Usted ya sabe que el Grupo López está buscando un fabricante adecuado para nuestros perfumes. Me gustaría saber quién adquirió en secreto la fábrica de Manuel, sería un gran contacto —insistió Adriana, tanteando el terreno. José levantó la mirada, su expresión severa como siempre: —¿El Grupo López no tiene capacidad de investigar por su cuenta? No pienso ayudarte. Adriana presionó los labios y cambió rápidamente de tema: —Por cierto, señor Torres, ¿qué marca de perfume usa usted? José Torres la miró con más impaciencia; como si le molestara cada frase que salía de su b
—Oh, tío José. Adriana lo llamó mientras, de manera instintiva, se ajustaba el cinturón de su bata para evitar que se descolocara, pudiera ser más reveladora de lo que debería. José dejó su tableta con la que trabajaba a un lado y la miró con una expresión tranquila. Le resultaba bastante curioso que a ella le gustara llamarlo tío, pero al final, decidió dejarlo pasar. A unos pasos de distancia, la mujer, con el cabello aún húmedo, su rostro al natural, cabello oscuro y piernas pálidas y largas, parecía incluso más atractiva que durante el día, cuando llevaba maquillaje. Sin embargo, parecía protegerse de él como si fuera un ladrón, un desconocido. Su nuez de Adán se movió ligeramente al pasar saliva antes de que apretara los labios y girara la silla de ruedas. Manipuló algo en el apoyabrazos y, de repente, se escuchó un ruido mecánico detrás de él. —¿Qué es eso? —preguntó Adriana con sorpresa al ver cómo una pared giraba lentamente, revelando una puerta secreta. José no respo
Adriana encendió su computadora y ajustó una vez más el plan de desarrollo de perfumes. Aunque estaba exhausta por la noche tan larga, no pensaba desperdiciar un segundo. Luego de 25 minutos sin darse cuenta, se quedó dormida sobre el escritorio debido al cansancio. A la mañana siguiente, cuando despertó, los sirvientes le informaron que José ya había terminado el desayuno y se había marchado a una reunión. Adriana se lavó rápidamente, echó un vistazo a la bolsa de valores y, al ver la caída en picada del grupo García, cerró su computadora con satisfacción. Aunque ya había hecho público que no cumpliría el compromiso de matrimonio con Carlos, el propio Carlos, ahora sumido en el caos, no tenía tiempo para intentar reconfortarla falsamente. Eso le dejaba mucho tiempo libre para concentrarse en el desarrollo de sus perfumes. Al llegar al grupo López, Adriana ordenó a Luis que convocara una reunión de directivos para discutir la nueva propuesta que había modificado la noche anterio
—¿Quiénes son ustedes? Javier se colocó frente a Elena intentando protegerla, pero uno de los guardaespaldas vestidos de negro lo sujetó del brazo con fuerza y le dobló la muñeca, haciéndolo gritar de dolor. —Venimos por su hija ella le debe algo a Manuel. Ella lo conoce bien —dijeron guardaespaldas con una sonrisa cruel. —¿Manuel? Javier y los accionistas de Grupo López se quedaron pasmados. Manuel era, sin duda, el tema más comentado de los últimos días. Nadie sabía que Elena lo conocía. De haber sido así, no habrían necesitado esforzarse tanto para conseguir una invitación a la fiesta. —Solo atrapen a la muchacha—gritó uno de los lacayos. Mientras mantenían a Javier inmovilizado, los guardaespaldas avanzaron y arrastraron a Elena hasta la puerta, gritándole a todo el personal del edificio que observaba desde fuera: —¡Elena se coló en la fiesta como una joven de compañía para seducir al señor Manuel y luego lo atacó de manera injustificada en plena fiesta! ¡El señor Manuel no
Adriana pensó detenidamente. Cuando regresó al vestidor y encontró su cambiador, tomó la vestimenta y los zapatos que llevaban su nombre bordado. Lo primero que hizo fue revisar cuidadosamente el vestido por dentro y por fuera, pero no encontró nada extraño… Se lo puso y lo sintió cómodo, sin notar nada fuera de lo común. Satisfecha, salió del vestidor. Desde las sombras, dos mujeres observaban cómo salía con el vestido puesto y comenzaron a hablar en voz baja. —¿Estás segura de que le hiciste algo al vestido? No me digas que solo aflojaste los tirantes… —Cállate y espera—respondió la otra mujer con una sonrisa arrogante.— ¡Le clavé un alfiler en la suela de sus zapatos! —¿Un alfiler? ¿No se va a dar cuenta enseguida? Si lo siente antes de llegar al salón y se cambia de zapatos, ¿qué harás? —No te preocupes, lo hice muy bien. El alfiler apenas empezará a molestarle cuando empiece a bailar. Espero caiga sobre el pastel y quede retratada frente a todos. Apenas salía del ascensor
—Señorita Gracia, la señorita Adriana también es una invitada en este evento. Usted no puede… —dijo el personal, nervioso y sudando de la presión. —Ah, ¿no? ¿No pueden solucionarlo? ¿Quién se supone que es ella? ¡Jamás la había visto! ¿De verdad no pueden lidiar con una aparecida sin importancia? —Si no lo resuelven, me voy a casa y arruino todo el evento —exclamó Gracia, con tono amenazante. —… Los empleados, al ver que el evento estaba a punto de comenzar, no tuvieron más opción. Finalmente, se acercaron a Adriana y le suplicaron con cara de preocupación: —Señorita Adriana, sabemos que esto es muy incómodo, pero… ¿podría darle el vestido a la señorita Gracia? Adriana echó un vistazo a la reluciente vestimenta marfil de Gracia en la sala y suspiró con fingida resignación. —Entiendo que esto es complicado para ustedes, no están en una buena posición. Si no fuera porque el evento es lo más importante, no cedería ante ella —dijo con tono aparentemente generoso. —¿A qué tanta char
En ese momento, el presentador vio algo y anunció en voz alta: —¡Damas y caballeros! ¡Demos la bienvenida al joven Diego de la familia Torres, que llega por cierto un poco tarde! —¡Es un honor tener al joven Diego en la Gala Internacional de Damas! Todas las miradas se dirigieron hacia la entrada, donde apareció un hombre alto y apuesto. Su porte era imponente y su traje de alta costura, hecho a medida, le quedaba perfectamente. La familia Torres era una de las más poderosas a nivel internacional, y la señora Torres era la anfitriona principal y el símbolo de esta gala. Sin embargo, la familia rara vez asistía. La presencia de Diego fue una grata sorpresa para todos. Las jóvenes presentes no tardaron en agitarse. Incluso algunas que ya tenían pareja soltaron rápidamente a sus acompañantes para intentar acercarse a él. Pero Diego ignoró a las mujeres que intentaban iniciar conversación con él. Se dirigió directamente hacia Adriana, extendió su mano con cortesía y se inclinó lig
—¡Ah! Gracia se indignó. De repente, su pie izquierdo comenzó a flaquearle, y sus pasos ya no eran tan fluidos como antes. Bajo la guía del tipo frente a ella, le costaba cada vez más seguir el ritmo del baile. Pero su orgullo no le permitía parar, no iba a perder frente a una desconocida. Adriana observó discretamente a los dos camareros que miraban con expresiones sospechosas y notó que se decían algo al oído. En ese instante, supo que su suposición era correcta. Mientras intentaba no pensar el dolor de su pie, Graciela, no se dio cuenta de que el hombre que lideraba el baile fruncía el ceño con molestia. Él utilizó sus brazos fuertes para sostenerla, pero su pie izquierdo apenas podía mantenerse. Aunque la calefacción en el salón no era tan fuerte, pequeñas gotas de sudor comenzaron a formarse en su frente algo que era atípico en ella. El tipo la observó, viendo cómo, a pesar del evidente dolor, ella se esforzaba por seguir sus pasos. Su mirada se suavizó al verla. Con un