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Todos los capítulos de Una boda por venganza: Capítulo 131 - Capítulo 140
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Capítulo: De personas que conoces a simples extraños
Franco sostuvo los resultados en sus manos por unos segundos, como si el papel pesara tanto como las emociones contenidas en ese instante.Finalmente, con una mezcla de alivio y determinación, los extendió hacia Suzy. Ella los tomó con manos temblorosas, y al leerlos, sus ojos se abrieron desmesuradamente, reflejando incredulidad y rabia.Levantó la mirada hacia Claudia, quien permanecía frente a ellos con una sonrisa nerviosa que apenas podía sostener.Suzy sintió que una furia contenida ardía en su pecho. ¿Cómo era posible que alguien pudiera mentir con tanta descaro?—¡Deja tus mentiras y falsedades, Claudia! —exclamó Suzy con una voz firme, que resonó incluso más fuerte que el bullicio de los curiosos alrededor—. ¿Cómo puedes ser tan cruel?Franco, aun con los resultados en la mano, alzó la voz para apoyar a Suzy:—¡Es negativo! —anunció, dejando caer las palabras como un golpe final—. Tu hijo no es mío, Claudia. ¿A quién intentas engañar?El rostro de Claudia palideció en un insta
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Capítulo: La otra mitad del corazón
Cuando Franco regresó al auto, una chispa de misterio iluminaba su mirada.—¿A dónde vamos? —preguntó Suzy, intrigada, aunque una leve ansiedad teñía su voz.Él sonrió apenas, dejando entrever su emoción contenida.—Ya verás, te va a encantar.Suzy no pudo evitar sentir el cosquilleo de la incertidumbre.El camino fue largo, con el sonido del motor y el vaivén de las luces nocturnas como única compañía.Franco estaba en silencio, con una concentración casi solemne al volante.Suzy intentó descifrarlo, pero él se limitó a rozar su mano con la suya, transmitiéndole una tranquilidad que ella decidió aceptar, aunque el nerviosismo seguía latente.Después de dos horas de viaje, el auto finalmente se detuvo frente a una villa resplandeciente junto al mar. Las olas rompían contra la orilla con un ritmo sereno, y las estrellas parecían haber descendido para iluminar la escena.Cuando Suzy vio a Marella agitando la mano desde la entrada, su corazón se llenó de alegría.Abrió la puerta del auto
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Capítulo: Contraataque en secreto
La mansión dormía bajo un cielo despejado, iluminada tenuemente por las estrellas.Marella y Dylan se retiraron a su habitación.Mientras tanto, en el jardín, Franco y Suzy permanecieron un poco más, envueltos en una conversación que apenas necesitaba palabras.Cuando finalmente subieron, Franco la acompañó hasta su habitación.Al llegar a la puerta, Suzy se detuvo y lo miró. Sus ojos buscaban respuestas que su mente aún no comprendía del todo.Un atisbo de duda cruzó su expresión.—¿Podemos esperar hasta la boda? —murmuró, con la voz apenas un susurro, como si temiera que el momento se rompiera.Franco esbozó una sonrisa cálida, comprendiendo inmediatamente lo que ella quería decir.Sus dedos rozaron suavemente su mejilla, una caricia que parecía hablar más que cualquier palabra.—Por ti, Suzy, esperaría toda la vida. Te amo, y esto… esto es real —dijo con una ternura que la envolvió por completo.Lentamente, se inclinó hacia ella.Sus labios se encontraron en un beso delicado, pero c
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Capítulo: La incertidumbre del traidor
Al día siguienteEduardo estaba en ese restaurante elegante, rodeado de los hombres con los que había planeado su traición.La penumbra del lugar parecía hacer eco de su propia oscuridad interior.Frente a él, los diseños que había robado descansaban sobre la mesa, exudando una calidad innegable. Los hombres los examinaban con detenimiento, sus rostros iluminados por una codicia que a Eduardo le resultaba casi familiar.—¿De verdad estás dispuesto a hundir a tu propio hermano? —preguntó uno de ellos, sin poder ocultar su incredulidad.Eduardo se limitó a sonreír con frialdad.«No es mi hermano», pensó, con el veneno de viejos resentimientos alimentando su desprecio.—Hay personas que merecen esto —respondió al fin, su tono gélido pero seguro.Los hombres intercambiaron miradas rápidas, y sus expresiones se tornaron de satisfacción. Los diseños eran perfectos, brillantes, y el plan era tan audaz como lucrativo.—Muy bien, los compraremos. Debemos trabajar rápido, la Semana de la Moda de
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Capítulo: Tu acusación es tu humillación.
Cuando Marella llegó a casa, Dylan la recibió con una mezcla de preocupación y ternura, pero al ver su expresión seria, supo que algo grave había sucedido.Marella se dejó caer en el sofá, con los brazos cruzados y la respiración entrecortada.—¿Qué ocurrió? —preguntó Dylan, arrodillándose frente a ella, buscando su mirada.Ella soltó un suspiro pesado antes de comenzar a hablar.—Eduardo… —empezó, su voz temblando de ira—. Hoy tuve un enfrentamiento con él. Fue más despreciable que nunca. Me humilló, como si tuviera derecho sobre mi vida, como si todo lo que ocurrió no fuera suficiente.El semblante de Dylan se endureció de inmediato. Sus ojos se oscurecieron con furia contenida mientras apretaba los puños.—¡Ese imbécil! —espetó, poniéndose de pie como si estuviera listo para enfrentarlo en ese instante—. No voy a permitir que siga haciéndote esto.Marella lo detuvo al tocar suavemente su mano. Una leve sonrisa cargada de ironía se dibujó en sus labios.—Tranquilo, Dylan. Creo que es
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Capítulo: Triunfo asegurado
Dylan y Marella cruzaron las puertas del desfile con una presencia arrolladora.Sus pasos firmes y seguros parecían dictar el tono de la noche, mientras el brillo de las cámaras iluminaba sus rostros.Yolanda quedó atrás, inmóvil, con los labios temblorosos y el rostro marcado por una mezcla de humillación y decepción. Sus ojos seguían a Dylan, cargados de odio, mientras él ni siquiera se molestaba en mirarla.Dentro del recinto, el ambiente era un hervidero de emoción y anticipación.Dylan y Marella se sentaron en primera fila, flanqueados por Franco y Suzy de un lado, y por Miranda y Agustín del otro.La atención se centró en ellos, como si fueran la realeza del evento.Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que Dylan notó a lo lejos la llegada de Eduardo, acompañado por Glinda y Máximo.La expresión gélida de Máximo era tan afilada como una cuchilla, mientras que Eduardo lucía una sonrisa socarrona que no prometía nada bueno.Franco fue el primero en reaccionar, inclinándose hacia Dyla
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Capítulo: Gravedad
Glinda no podía controlar su desesperación. Sus pasos resonaban en la habitación mientras caminaba de un lado a otro, mordiéndose las uñas con ansiedad. Finalmente, marcó el número de Máximo con manos temblorosas. Él respondió casi de inmediato, su voz autoritaria sonó al otro lado de la línea.—Glinda, ahora no quiero hablar…—¡Por favor, debe salvar a Eduardo! —gritó ella con la voz quebrada, su pecho subiendo y bajando descontroladamente—. ¡Dylan lo secuestró! ¡Quiere matarlo!El silencio al otro lado fue ensordecedor, hasta que Máximo respondió con incredulidad.—¿Qué estás diciendo?Pero Glinda no esperó su reacción. Colgó abruptamente y salió corriendo del hotel, ignorando la punzada de dolor en su vientre hinchado. Sus piernas parecían de plomo, pero su miedo era más grande que el cansancio. Eduardo podía estar en peligro de muerte, y ella no iba a quedarse de brazos cruzados.***Eduardo fue llevado hasta una sucia bodega abandonada, Eduardo sentía cómo la adrenalina le fallaba
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Capítulo: Tu salvación
Los gritos de Yolanda resonaron como un eco desgarrador por los pasillos del hotel, alertando a la seguridad.En cuestión de minutos, los empleados y algunos huéspedes comenzaron a rodear la escena, susurrando con curiosidad morbosa mientras observaban a Glinda inmóvil al pie de las escaleras. Las miradas de todos iban de la mujer herida a Yolanda, que no paraba de señalar con un dedo acusador a Marella.—¡Fue ella! —chilló Yolanda, con los ojos desorbitados y el rostro marcado por una furia implacable—. ¡Ella la empujó! ¡Esa mujer lanzó a mi nuera desde las escaleras!El tumulto creció de inmediato. Las murmuraciones llenaron el aire.Las palabras de Yolanda parecían un cuchillo afilado apuntando al corazón de Marella.Los desconocidos comenzaron a susurrar, sus miradas cambiaron de desconcierto a repulsión, como si ya la hubieran declarado culpable.Marella, paralizada, no podía dejar de temblar. Estaba abrazada a sí misma, ahogada por el pánico, hasta que sintió los brazos de Dylan
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Capítulo: Mal karma
Dylan y Franco conversaban mientras caminaban por los pasillos del hotel, intentando digerir todo lo ocurrido. La tensión en el aire era palpable, como si un huracán acabara de arrasar con la tranquilidad de sus vidas.—¿Qué crees que haya pasado para que Glinda llegara y armara semejante escándalo? —preguntó Franco con el ceño fruncido.Dylan suspiró, frustrado.—No tengo idea, pero lo que sea que quieran ya no me importa.Sin embargo, antes de llegar a su habitación, un grito desesperado les cortó el paso.Giraron y se encontraron con Máximo, quien avanzaba hacia Dylan con los ojos desorbitados, casi fuera de sí.Sin previo aviso, Máximo lo sujetó violentamente por el cuello de la camisa, sacudiéndolo como si intentara exprimirle respuestas.—¡¿Dónde está tu hermano?! —gritó, la voz rota por la angustia—. ¡Dime dónde lo tienes! ¡Lo has secuestrado!El impacto de aquellas palabras golpeó a Dylan como un balde de agua helada.La náusea se apoderó de él, y el asco por las acusaciones de
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Capítulo: El ganador es el bueno
Marella, Miranda y Suzy esperaban en silencio.El ambiente estaba cargado de tensión.Las tres mujeres permanecían sentadas en un rincón del hospital, con las miradas perdidas en un vacío que se llenaba de incertidumbre.Marella apenas podía contener su ansiedad, no quería que la bebé sufriera, quería que naciera sana y salva, su corazón palpitaba con fuerza mientras acariciaba instintivamente su vientre, buscando consuelo en la vida que crecía dentro de ella.Miranda, por su parte, miraba con desdén a Yolanda, quien, lejos de mostrar algún atisbo de emoción, mantenía una expresión gélida, inmersa en sus propios pensamientos.—¿Qué sabes de Eduardo? —preguntó Yolanda por enésima vez, rompiendo el incómodo silencio.Miranda suspiró, exasperada.—Ya te lo dijimos, no sabemos nada más.Yolanda apretó los labios y apartó la vista, claramente frustrada.Horas después, apareció el doctor. Su rostro mostraba una mezcla de cansancio y satisfacción profesional.—La bebé ha nacido —anunció—. Pe
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