A la una de la madrugada.La puerta se abrió.Lucía entró dando saltitos, seguida por Javier.Encendieron las luces, extrañados al no verme recibiéndolos como de costumbre.Lucía gritó hacia el dormitorio, sin importarle si estaba dormida:—¡Lava mi ropa, la dejé en el sofá!Luego, todavía emocionada por el día, añadió:—Papá, Susana es realmente hermosa. Tienes que llevarme de nuevo, ¡la adoro!Javier asintió sonriendo:—Por supuesto. Ahora es considerada la más bella del medio. Mi hija tiene buen gusto.Entonces Javier notó las serpentinas y globos en la basura.Tras un breve momento de culpa, sacó su teléfono y me transfirió 10,000 pesos, como si eso lo arreglara todo.Cuando sonó la notificación de la transferencia, yo estaba mirando la aplicación de las cámaras de seguridad que había instalado urgentemente en el lugar más discreto de la casa, bajo la lámpara de pared.Javier se aflojó la corbata, sediento. Tomó su vaso, pero estaba vacío.Abrió el refrigerador: ni una bebida, ni s
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