Me estremezco y rápidamente detengo su mano, suplicando con voz temblorosa:— Dante, ¿acaso sabes cómo lo hacen dos hombres? ¡Ah...!Por fin se detiene. Sus ojos, normalmente fríos y distantes, ahora arden de profundo deseo. Con voz ronca, me dice:— Ya lo he investigado.Vuelve a besarme y añade:— Gael, no te haré daño. Sé bueno y déjate llevar.Me sonrojo intensamente al escucharlo.Mi ropa está a punto de llegar justo a mi pecho.Acorralado, no me queda más remedio que acceder.Por primera vez, revelo mi secreto a alguien que no es mi madre.Sujetando con fuerza la mano de Dante, lo miró fijamente a los ojos y digo, palabra por palabra:— Dante, en realidad soy una mujer.Se queda inmóvil, mirándome desconcertado, como si no entendiera realmente lo que acabo de decir.— No te estoy mintiendo, ¡es verdad! —le insisto.— ¿Eres una mujer? —El deseo en sus ojos disminuye de manera gradual, y me mira con suspicacia, como evaluando en detalle si le estoy diciendo la verdad.— De verdad —
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