LaurelSabía que mi repentino silencio y la manera tan profunda en la que estaba mirando a Zebela eran extraños y sospechosos, que debía reaccionar antes de que ellos se preocuparan, pero no podía evitarlo.Mi cerebro estaba trabajando rápido, hilando eventos y uniendo piezas.Ayayay... Yo ya no sabía qué pensar.—¿Todo bien? —la voz de Bastian me trajo de vuelta, entonces exhalé un largo suspiro y sonreí.—Sí, solo veo que Zebela está más enérgica. Por lo visto, alguien aquí sí entrena —comenté, acusatoria, pero Bastian solo resopló, desinteresado en mi sermón indirecto.—Soy el alfa. Como tal, necesito priorizar mi tiempo, en especial ahora que tengo unos gemelos que no descansan. ¡Son terribles! —se excusó, como siempre.—Ya que ustedes se han saltado algunos entrenamientos, vine para que practiquemos aquí.Los ojos de Bastian se entrecerraron, pero me esforcé en no delatarme.—Ummm... —masculló, para nada convencido.—¿Empezarás con tu insolencia? —le reclamé, a la defensiva, pues
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