Llamé a Doris. Ella también estaba llorando. -Doctora, no deseo hablar, discúlpeme-, me dijo, sollozando. -Hablé con Marcia, me contó todo, que Julissa está viviendo con Marcus-, intenté ser diplomática y no herirla. -Yo también he dejado la casa, doctora, me voy a otra ciudad, donde mis padres, el joven Green me ha significado una gran decepción, estaba segura de que yo era su gran amor, nos amamos mucho a escondidas, en secreto, e imaginaba que tarde o temprano íbamos a consolidar nuestra relación, pero, ya ve, él eligió a esa mujerzuela-, me enfatizó y colgó porque no quería hablar más, estaba demasiado dolida. Supuse que todas las mujeres de la vecindad habían sufrido el mismo shock. No eran pocas mujeres tampoco. Todo el barrio seguramente estaba convulsionado y el hecho de que Julissa estaba viviendo, ahora, en casa de Marcus Green. Y, además, eso no le hacía nadita de gracia al marido celoso, por más que ella le haya dicho a Marcia que abandonó a su esposo. Por lo p
Leer más