Día siete, después de mi muerte.Alejandro por fin se decidió a salir a buscarme, pero Yulia lo detuvo al instante.— Alejandro, seguro Lucía se fue a casa de ese hombre no te preocupes —le dijo—. Si vas ahora y te encuentras con el novio de tu hermana...Dejó la frase a medias, pero esto fue suficiente.Alejandro se desplomó pesadamente en el sofá de cuero, arrojando despreocupado las llaves de su BMW a un lado. Abandonó simplemente la idea de buscarme. Vi la sonrisa triunfante en los labios de Yulia.Poco después, Alejandro llamó a su mejor amigo para quejarse de mí.— Lucía lleva siete días sin volver a casa, quién sabe dónde andará de loca.— Bah, tu hermana... la he visto varias veces en bares, rodeada de malas compañías. Seguro ahora está muy tranquila en brazos de algún tipo.Escuché con mucha frialdad cómo Alejandro y su amigo mancillaban de la peor manera mi reputación. Así que así me veía, como ese tipo de jóvenes.Su hermanastra era tan pura e inocente.Me alejé flotando, ob
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