Al principio, veo duda en los ojos de mi vikingo, como si temiera lastimarme. Me acerco, tomo su rostro entre mis manos y beso sus apetitosos labios. Abro la boca, buscando atrapar la suya. Parpadea varias veces, como si saliera de un trance. Detiene el beso y me observa con intensidad. Su cálida lengua roza mis labios, provocándome a abrirlos poco a poco. Sonríe de forma traviesa y atrapa mi labio inferior, succionándolo. Le abro paso, dejando que su lengua se enrede con la mía. Me besa con profundidad, pegándome a su cuerpo.Se detiene de golpe, con el ceño fruncido.—¿Estás segura? —pregunta en un susurro.Obvio que lo estoy. Si no, ya lo habría detenido.—¿Tienes miedo tú? —respondo, alzando una ceja.Me toma por las mejillas y vuelve a besarme con desesperación. Sus manos bajan por mi cuerpo hasta llegar a mis nalgas, las aprieta mientras empuja su pelvis contra la mía. Gimo al sentir su erección. Paso mis manos por su cabello, acercándolo aún más. Su distancia me quema.Sus dedo
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