Asentí, con un nudo en la garganta. Su amabilidad y preocupación eran a la vez reconfortantes y un poco abrumadoras. Casi me daban ganas de abrazarlo y buscar refugio en sus brazos, pero los fantasmas del pasado me contuvieron.Paseamos en silencio por la playa durante un rato, escuchando el rumor de las olas. Estaba a punto de decir algo cuando el móvil de Charles sonó.—Perdona, tengo que contestar —dijo con una mirada de disculpa.Se alejó unos pasos y habló en voz baja.Mientras tanto, aproveché para reflexionar, con la mirada perdida en el océano. ¿Quién sería? ¿Algo de trabajo?Al cabo de unos minutos, Charles regresó con el ceño fruncido y una expresión preocupada.—¿Va todo bien? —pregunté, inquieta por su semblante.Charles intentó sonreír, pero se notaba la tensión en sus hombros. —Sí, Agatha, no te preocupes. Asuntos de trabajo, nada importante. Tengo que hacer una videollamada ahora mismo.Me sentí un poco decepcionada, pero lo entendía. —No pasa nada, ve tranquilo. Yo est
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