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Todos los capítulos de busco una esposa por contrato : Capítulo 231 - Capítulo 240
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Capítulo 231 Confesiones
Confesiones en la pistaIrma parpadeó, sorprendida, y volvió su rostro hacia él. Sus miradas se encontraron, tan cerca que podía ver la intensidad de esos ojos oscuros, el brillo que aún conservaban a pesar de las cicatrices emocionales.Por un segundo, el mundo pareció detenerse. La música, las voces, todo se volvió un murmullo lejano.Irma sintió que podía perderse en esa mirada.No muy lejos, Andrés los observaba. Al ver la cercanía de ambos, sonrió para sí mismo. No dijo nada, no hizo ningún comentario. Simplemente bebió de su copa, satisfecho de ver que, quizá, su primo estaba empezando a abrir su corazón de nuevo.Irma, aún temblando ligeramente, sonrió y respondió en voz baja:—Quiero encontrar a Sandra. —Hizo una pausa y agregó con una chispa de picardía—. ¿Me ayudarías?Alejandro soltó una pequeña risa, una de esas carcajadas sinceras que no se escuchaban de él desde hacía tiempo.—¿Así que todo esto era una misión secreta? —preguntó, divertido.—Más o menos —dijo Irma, encog
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Capítulo 232 Los recuerdos
Donde habitan los recuerdosLa música del club seguía vibrando en el aire cuando Alejandro e Irma salieron entre risas y miradas cómplices. La noche había sido un respiro para todos, pero había algo en el ambiente entre ellos que aún flotaba, algo que ninguno de los dos quería romper.Al alejarse del bullicio, camine hacia el auto de Alejandro. Irma, sonriente, lo miraba de reojo mientras trataba de ocultar la emoción que le llenaba el pecho.—Eres una mujer muy traviesa, Irma —dijo Alejandro en tono juguetón mientras le abría la puerta del coche.—Ah, ¿sí? —replicó ella, subiendo con elegancia—. Pero también soy una mujer encantadora —agregó, regalándole una sonrisa traviesa.Ambos se quedaron mirándose por un segundo más largo de lo normal. Un instante suspendido en el tiempo. Alejandro dejó escapar una pequeña risa nasal antes de cerrar la puerta y rodear el auto para subir al asiento del conductor.Puso el motor en marcha, y las luces del auto cortaron la oscuridad de la noche. Mi
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Capítulo 233 El beso que lo cambio todo
La noche seguía envolviendo la casa en un silencio cálido y reconfortante. Afuera, la brisa movía las copas de los árboles, y el murmullo del viento parecía una canción lejana. Dentro, las luces suaves creaban un ambiente acogedor, casi mágico.Sandra y Andrés, tomados de la mano, subieron las escaleras sonriendo tímidamente. El contacto de sus dedos entrelazados les provocaba pequeñas descargas eléctricas, como si ese simple gesto los conectara de nuevo con algo que habían perdido hace tiempo.Andrés, con una mirada traviesa, la guió por el pasillo hasta llegar frente a una puerta de madera blanca. Abró la puerta con delicadeza e hizo una leve reverencia con un ademán teatral.—Adelante, señora de Ferrer —dijo en tono juguetón.Sandra sonriendo y entró, observando con curiosidad el interior. Era un cuarto luminoso y sereno, decorado en tonos pastel. Un gran retrato de Camila sonriendo colgaba sobre la cabecera de la cama. Había pequeños detalles femeninos por todas partes: una manta
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Capítulo 234 El momento que cambio todo
La sala de aquella casa acogedora estaba bañada por la luz tenue de las lámparas, y el suave crepitar de la chimenea llenaba el ambiente de un calor reconfortante. Alejandro e Irma estaban sentados en el amplio sofá de terciopelo azul, muy cerca uno del otro, compartiendo risas y recuerdos.Irma, con el rostro iluminado por una sonrisa auténtica, sostenía su teléfono móvil mientras le mostraba a Alejandro algunas fotografías antiguas.—Mira, esta soy yo cuando era pequeña —dijo, señalando una imagen en la pantalla donde aparecía una niña risueña con trenzas y mejillas sonrojadas.Alejandro no pudo evitar reírse.—Eras adorable —comentó, acercándose más para ver mejor.Irma rió y siguió deslizando las imágenes.—Estos son mis padres —dijo, mostrándole a una pareja que sonreía con ternura—. Y este es mi hermano, cuando cumplió cinco años.Alejandro observaba cada foto con interés genuino. Ver esa parte tan íntima de la vida de Irma lo hacía sentir más cerca de ella de una manera que no
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Capítulo 235 Recuerdos que no se borran
La noche seguía envolviendo la casa en un manto de calma y misterio. Afuera, el viento susurraba entre los árboles, y la luna bañaba todo con su luz plateada. Dentro de ese pequeño cuarto, Alejandro e Irma compartían un silencio que no era incómodo, sino cargado de sentimientos profundos.Alejandro acariciaba lentamente el cabello de Irma, quien descansaba sobre su pecho, con los ojos cerrados y la respiración acompañada. Se sintió extraño, diferente. Había compartido su cuerpo antes, pero esta vez… esta vez era como si algo más se hubiera unido entre ellos.Pasó su mano una vez más por la suave cabellera de Irma, respirando su aroma, hasta que, sin poder contenerse, rompió el silencio.—Irma —murmuró, su voz ronca y suave a la vez—, ¿puedo hacerte una pregunta?Ella levantó la vista, sonriéndole con ternura.—Claro que sí —respondió—. Todas las preguntas que tú quieras.Alejandro tragó saliva, buscando las palabras correctas.—Cuando me dijiste que sabías lo que era perder a la perso
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Capítulo 236 Un susurro de libertad
La mañana amaneció tibia, con un sol suave que se filtraba a través de las grandes ventanas del comedor. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, mezclado con el dulce olor a pan tostado y frutas frescas.Camila estaba sentada en una de las sillas de madera tallada, vestida con un sencillo vestido blanco que resaltaba su pureza y fragilidad. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su rostro, aún con un halo de melancolía, se iluminaba tenuemente mientras hojeaba una revista de jardinería. Frente a ella, Adrien la observaba en silencio, sosteniendo una taza de café entre sus manos.No podía evitar mirarla con adoración. Para él, verla allí, viva y respirando, era un regalo que el destino le había permitido conservar a la fuerza de sacrificios que nadie más conocía.En un momento, dejó su taza a un lado y le tomó la mano con suavidad. Camila, al sentir el contacto, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa dulce, aunque en sus ojos se escondía un brillo de tristez
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Capítulo 237 Un llamado al corazón
El sol de la mañana se filtraba cálidamente a través de los ventanales, acariciando las paredes del salón principal. Camila, vestida con un sencillo vestido color crema que resaltaba la dulzura de su rostro, caminaba despacio por el jardín. Sus pasos eran lentos, casi pensativos, mientras el murmullo de las hojas y el aroma fresco de las flores la envolvían.Mientras tanto, el médico, un hombre de mediana edad de mirada serena y modales pausados, cruzaba el portón principal acompañado por una sirvienta. Al verlo, Camila interrumpió su paseo y se acercó con una sonrisa ligera.—Buenos días, doctor —saludó ella, con una inclinación suave de cabeza.El doctor, ajustándose ligeramente los lentes sobre su nariz, le devolvió la sonrisa.—Buenos días, señora Camila. Me alegra verla de pie y, si me permite decirlo, la veo mucho mejor… Su semblante ha cambiado.Camila bajó la mirada un instante, algo avergonzada, y luego respondió:—Gracias, doctor. La verdad… sí, me siento mejor.Ambos camina
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Capítulo 238 Verdades en el silencio
Camila atravesó el umbral de su habitación con pasos apresurados, el corazón latiéndole desbocado en el pecho. Cerró la puerta con brusquedad y corrió hacia la cama. Sin preocuparse por nada más, se dejó caer de bruces sobre el colchón, hundiendo el rostro en una de las almohadas. La presionada con fuerza entre sus brazos como si eso pudiera sofocar el dolor que la consumía.Un grito desgarrador escapó de sus labios, ahogado contra la suavidad de la tela. No quería que nadie la oyera. No quería mostrar cuán rota estaba por dentro.Mientras tanto, en el salón, Adrien permanecía inmóvil, su mirada clavada en la puerta por donde Camila había desaparecido. Se pasó una mano por la nuca, sintiendo el peso del fracaso caer sobre sus hombros. Alzó los ojos hacia el médico, que guardaba su libreta y su pluma con movimientos tranquilos.—Doctor... —dijo Adrien, su voz áspera de preocupación—. ¿Cree que debería examinarla?El médico negó con la cabeza, su rostro reflejando comprensión.—No es ne
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Capítulo 239 Entre promesas vacías
El primer rayo de sol se filtra por la ventana, iluminando de a poco la habitación revuelta. Alejandro abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la luz que invadía el espacio. Tardó unos segundos en ubicarse. La calidez de un cuerpo ajeno entrelazado al suyo le recordó la realidad que preferiría olvidar.Con sumo cuidado, se deslizó fuera de la cama, procurando no despertar a Irma. Se incorporó despacio, sus pies descalzos tocando el suelo frío. Mientras buscaba su ropa dispersa por la habitación, sus ojos no podían evitar posarse en la joven que dormía plácidamente, una leve sonrisa adornando su rostro.Suspensó pesadamente, llevándose una mano a la nuca en un gesto de frustración.¿Qué demonios hice? —pensó, sintiendo el peso de la culpa oprimiéndole el pecho.Mientras se vestía, cada movimiento le parecía una eternidad. Colocándose la camisa, pasando el cinturón por las trabillas del pantalón, enfundándose en su chaqueta... Todo lo hacía en silencio, intentando no alterar la paz
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Capítulo 240 Pactos peligroso
El reloj de la pared marcaba las nueve de la mañana cuando Álvaro Gutiérrez, sentado tras su imponente escritorio de caoba, hojeaba unos documentos con expresión de fastidio. El despacho estaba en penumbras, iluminado únicamente por la tenue luz que se filtraba a través de las gruesas cortinas de terciopelo. Sobre el bar lateral, varias botellas de licor se destellaban como joyas bajo la escasa iluminación.Mientras Álvaro repasaba los papeles, un golpe seco en la puerta lo sacó de su concentración.—¡Pase! —ordenó con voz grave.La puerta se abrió y uno de sus hombres de confianza, vestido con traje oscuro y mirada inquieta, entró en la habitación.—Señor —dijo inclinando levemente la cabeza en señal de respeto—, hay alguien que desea verlo.Álvaro levantó la vista, irritado por la interrupción.—¿Quién diablos es ese alguien?El hombre tragó saliva antes de responder:—Dice que es amigo de Alejandro Ferrer... y que quiere hablar con usted.Álvaro se incorporó en su asiento, su cuerp
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