Días después. Habían pasado solo unas horas desde que Matthew recibió la llamada de su padre exigiéndole que fuera a su despacho en la mansión familiar. El tono autoritario en la voz de su padre era claro, y Matthew sabía que no podía ignorarlo, aunque sospechaba el motivo.Al llegar, su padre se encontraba de pie frente a la ventana, las manos cruzadas a la espalda, con una postura rígida y dominante que parecía llenar toda la habitación. Sin volverse a mirarlo, el padre de Matthew comenzó, su tono frío y despectivo:–Finalmente llegas, Matthew. Parece que tu... “relación” te tiene bastante ocupado –dijo, enfatizando la palabra con desprecio.Matthew respiró profundo, preparándose para la confrontación.–Si me llamaste solo para criticar mi vida, no pienso quedarme a escuchar. Ya he tenido suficiente de esto –respondió con firmeza, acercándose y cruzando los brazos.Finalmente, su padre se volvió, con una expresión dura en el rostro.–Matthew, no te equivoques –dijo con voz cortante
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