Todos los capítulos de La Esposa del Candidato a la Presidencia : Capítulo 111 - Capítulo 119
119 chapters
111: Lo mejor de mí.
Ámbar.—¿Ámbar? ¿Quién es…?Elian me aprieta con fuerza después de sentir cómo se acomoda el pantalón, y luego de darle un beso a mi hombro, se levanta, con cautela.—No soy un extraño. —Escucho que le dice—. Amo a tu hermana más que a mi propia vida.Y aquellas palabras hacen que finalmente tome las fuerzas para sentarme en la camilla, acomodando mi bata, para ver los ojos de Adrián; aunque con los latidos de mi corazón aun causando estragos por imaginar que fuese otra persona.—Te prometo que voy a explicarte todo, pero déjame…—Está bien… —Adrián me interrumpe y mete sus manos en los bolsillos aunque viéndose entre perdido y asombrado—. Sebastian está fuera, yo… voy a decirle que estás durmiendo, creo, y veré cómo puedo alejarlo para…—Tranquilo, Adrián. —Elian le da una leve sonrisa—. Gracias.Mi hermano me da una última mirada, intensa, antes de perderse fuera y cerrar la puerta.Suelto un exhalo. Mi hombre se acerca y toma mis manos para besarlas una y otra vez, al igual que mi
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112: ¿Me odias?
Ian.—¿Y estamos escondiéndonos porque...?—¡Ian! —Ella me jala del brazo—. Tú muy bien sabes por qué.—Ni con esa ropa horrorosa dejas de destacar, a ver… —Le quito las gafas sin formula—. Ya dime para qué me citaste.Tomamos asiento en unas mesas al final del pasillo. No son horas para estar en una cita, y mucho menos para hablar de mi hermano si eso es lo que ella quiere.—Ian; dejé un par de cosas en esa casa y necesito que me ayudes a sacarlas. —Ronett por fin me dice—. No quiero pasar por ellas porque mamá no me dejará ir, y no quiero volver a cruzarme con tu hermanito además.—Darwin no tiene nada qué hacer en casa de nuestros padres —expreso, y le sonrío al mesero el cual nos deja agua—. Yo solo quiero un batido de frutas mixtas.—Y yo. —La rubia esboza una sonrisa hacia él y me ve de nuevo cuando el chico se retira—. ¿Desde cuándo te gustan los batidos mixtos?—Desde que Ronetta cocina exclusivamente para mí.Ronett me tira los lentes y los tomo antes de que caigan en el sue
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113: Un secreto revelado.
Ian.Cansado y con algo de sueño entro a casa para recibir la luz de la cocina en su máximo esplendor.—¿En dónde está? —me cuestiona Ronetta.Se encuentra tomando algo en una taza pequeña, luce cansada y preocupada.—No lo sé, me llamó para lo de su colección… —Tomo asiento con ella afincando mis codos de la isla y ella me observa con fijeza—. Nos vimos en un restaurante de paso, no me comentó sobre su vida.—Me siento sola —expresa mi madrastra con tristeza después de un largo silencio—. Sasha está más distante que nunca desde que volvió a ser senador; tu hermano no está siquiera para hacerme una mala cara, y peor aún: mi hija parece que quiere sobre-independizarse.—Yo estoy aquí… —Tomo su mano con cautela haciendo que ella me vea con un pequeño brillo en los ojos—. Si quieres hablar, y si quieres regañarme porque… antes de que Darwin llamara por lo que le pasó a Ámbar… rompí el vaso de vidrio en donde me diste el jugo de Kiwi.Ronetta ríe con tantas ganas que me llena de emoción.
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114: Nadie dijo que sería fácil.
Darwin.—No voy a irme de aquí hasta que pueda hablar con uno de esos malditos desgraciados —repito por sexta vez.Mylo sacude la cabeza, y por sexta vez también se acerca a mi oído para decir:—Lleva aquí toda la madrugada, señor. Luce paranoico.Lo miro molesto porque no me está ayudando demasiado.Se cree que cuando el ser humano pasa por una gran emoción, a medida que pasan los minutos o las horas ese momento se va apaciguando; pero en mi caso, desde que salí del hospital, siento la misma rabia y el mismo deseo de ver la cara del desgraciado que le disparó a mi mujer, solo porque quiero y deseo arremeter contra él.—Señor… —Mylo vuelve a hablar—. Todo el peso de la ley va a recaer sobre…—No quiero eso. —El tic nervioso de mi pierna me preocupa, ha estado así toda la madrugada—. Quiero que me digan quién los contrató.—¿No ha pensado que solo son un grupo de ladrones y ya?—No. —Y lo digo con convicción.Estamos sentados en unas butacas de acero frente a la estación policial ya qu
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115: Ella me aborrece.
Darwin.—Dios, Ámbar… no sabes lo mucho que me haces perder la razón.Me quedo recostado del marco de la puerta, observándola con fijeza; no sé por qué le ha puesto calefacción a esto, suda un poco y lo confirmo porque su frente brilla y sus cabellos rizados están pegados a esta, dándole un toque angelical.Ese toque del que me enamoré con locura desde que la veía llegar todas las mañanas dispuesta a ganarse un plato de comida, cuando la veía caerse y levantarse por lo descuidada que era, cuando ya no pude resistir más al ver que había salido herida al caerse aquel día en el juego de polos y… descubrí que era mucho más de lo que me había imaginado.Sigo aferrado a la Ámbar del pasado y mis lágrimas llenas de impotencia se resbalan en mi cara, mientras me arde el cuerpo por querer tenerla entre mis brazos, pero también el alma, si es que aún tengo después de tanto.Después de tanto…He peleado tanto con todos mis Yo’s posibles que estoy agotado, pero en algo todos estamos de acuerdo, y
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116: Una gran oportunidad.
Elian.—No me dijeron absolutamente nada.Ante las palabras de Clarke, mi presión se acelera.—No me extraña; serán fieles a su jefe, así es todo ¿no?—No, súper E, así no debería ser todo; mucho menos cuando se les ofrece inmunidad, y hasta dinero.—Eso quiere decir que la persona que está detrás de esto tiene incluso más poder que tu tío, y quizás tu familia completa.—Pues la verdad, además de la familia real, no hay ninguno, sin presumir.Nos encontramos cenando una ensalada, tras un día tedioso, pero en el fondo para mí: ansioso y alentador.En la madrugada de hoy tuve a mi pequeña en los brazos; la sentí estremecerse junto a mí, la escuché gemir, reír, la vi sonreír, la vi sonrojarse. Y sentí que ninguno de los dos vamos a dar marcha atrás.Realmente me aferro a la fe en ambos.—¿Qué hay de los Baker? —quise sonar descuidado.—¿Los Baker? —Clarke rodó los ojos—. Para nada; Darwin pasó toda la madrugada frente a la estación policial esperando que le dieran una oportunidad de entr
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117: Jefe de seguridad.
Elian.—Nooooo… —La siguiente mañana el drama se adueña de Jimmy cuando pongo un pie fuera de la mansión Simmons—. ¿Quién me va a acompañar ahora, Clarke? —Como un niño pequeño ve a su hermano mayor.—Tu novia, por supuesto.—Ella no es mi novia. —Jimmy no puede evitar hacer un gesto de pesar, uno que cambia cuando me ve—. ¿De verdad tienes que irte con esa aburrida familia?—Lo más rápido posible…—Bien, entonces lárgate. —Se da vuelta para rápido entonces regresarse y esbozar una sonrisa que me confirma que todo es una broma—. Oye, fue un placer tenerte con nosotros aunque haya sido por poco, cuídate bien el trasero para que se lo puedas cuidar al viejo Owen.Mientras recibo su abrazo medio fraternal, su mamá lo regaña.—¡Jimmy! No seas falta de respeto. —Lo toma del cabello causando que este suelte un chillido, mientras yo aguanto la risa—. Eres una ternura… —La señora me toma de los cachetes por unos instantes—. Estoy segura que las gemelas estarán babeando por ti.Y Clarke detrás
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118: Nuestro secreto.
Elian.—¿Pero quién la entregó?—Un hombre, Elian —responde, y rápido detiene lo que voy a decir de nuevo—. Si no puedes llegar hasta aquí ahora mismo ¿puedes esperar que lo envíe con Charles? Lo haría ahora pero no estamos abastos de personal.Y no me queda ninguna otra opción que atenerme a la paciencia.Paciencia.Bufo. Como si fuese posible tenerla después de que han pasado tantas cosas.¿Pudo enviar esa carta Ámbar con su hermano? Tal vez, ¿pero qué sería tan importante como para arriesgarse de esa forma?Me queda más que claro que no pudo haber acudido a Sebastian, ya que sé que tiene un límite.—Bonita forma de comenzar el primer día de trabajo con un puesto tan importante.La voz a mi costado derecho me hace reaccionar. En este momento me encuentro junto al que fue mano derecha del ex jefe de seguridad, viendo el croquis del sitio en donde se realizará el debate.De forma rápida había explicado en voz alta lo que quería que hiciéramos, pero simplemente no había podido dejar el
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119: Inesperado debate.
Elian.Suspiro ante los latidos de mi corazón cuando la persigo con la mirada y la veo sentarse; sin embargo algo me detiene, pues la mirada de Sebastian se cruza conmigo cuando se pone casi a mi frente pero en el otro extremo al lado del escenario, y aunque le cuesta reconocerme finalmente lo hace, y me doy cuenta porque niega severamente con la cabeza después de que se le haya abierto un poco la boca.—Todos en sus puestos, están por cerrar —les digo a todos.No hace falta que me respondan, solo Cesar quien se encuentra al lado de Owen es quien hace un leve asentimiento hacia un lugar inexistente.Entonces la tensión aumenta cuando, primero, no puedo hacer como si Ámbar no estuviese allí porque necesito tenerla más cerca y saber si la carta de Levi es de su parte, y segundo, para cuando el presentador hace pasar a los tres oponentes al escenario, recibiendo entonces cada uno su respectiva porra.Hay gran silencio cuando uno de ellos comienza a hablar, allí, de pie, apoyado de su mes
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