79. Devolviendo el favor
Sus ojos me reflejan un dolor tan profundo que, por un instante, casi me pesa verlo. La mano que intentaba tocarme queda suspendida en el aire antes de caer, lentamente, con una resignación que hiere más de lo que debería.Paso junto a él, evitando cualquier palabra, cada paso limitado por el dolor de mis heridas. Pero, de pronto, siento que el suelo desaparece bajo mis pies. Estoy en el aire, sostenida por unos brazos que me elevan con una fuerza que, aunque me incomoda, me resulta extrañamente familiar.No protesto ni lucho. No tiene caso. Sé que Alaric hará lo que quiera, como siempre, sin importarle la distancia que intento imponer. Así que me dejo llevar, guardando en silencio las palabras que solo servirían para avivar las brasas de un fuego que ya debería estar apagado. Dejo que su olor se impregne en mí, ese aroma inconfundible que me atormenta y al que, a pesar de todo, mi piel responde. Me enfurece sentirlo, sentir algo por él todavía.Al llegar a la habitación, me deposita
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