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Todos los capítulos de Adicta a ti: Capítulo 31 - Capítulo 34
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Capítulo 31. ¡Vacaciones!
—Estoy de acuerdo con la señorita Emily, todas las ideas que nos ha explicado habría que estudiarlas con más detalle, pero desde mi punto de vista estamos en buenas manos —mencionó Cristian. En aquel momento, solté todo el aire que había retenido en mis pulmones. La respuesta de Cristian me había sorprendido. Si Henry me aceptaba en su equipo, tendríamos que trabajar juntos. Sería difícil, pero no iba a echar por tierra mi trabajo por un hombre que en algún momento de mi vida pensé que me quería. —Erik, ¿Tú qué opinas? —preguntó Henry. —En esta ocasión también estoy de acuerdo con Cristian —respondió Erik con una sonrisa. A Erik ya lo pillaría. El muy cabrón no me había dicho que trabajaba con Cristian. Lo iba a matar. —Perfecto, aquí te entrego el contrato. Cuando puedas, revísalo con tu abogado y me lo mandas lo antes posible. Si tienes alguna duda o pregunta, ponte en contacto conmigo —dijo Henry, extendiéndome una carpeta con el documento. —Gracias, señor Henry. —Tanto Erik
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Capítulo 32. De regreso
No entendía absolutamente nada. Todo en él demostraba que me odiaba, y ahora, ¿quería acompañarme? Me quedé paralizada, tratando de procesar sus palabras. ¿Acaso se había golpeado la cabeza? Su reacción era completamente incomprensible para mí. Respiré hondo antes de hablar, la verdad que no sabía si mis palabras podrían herirlo, pero también era consciente de que debía ser honesta. —Cristian, no puedo permitir que me acompañes. Este viaje es algo que necesito hacer sola. Cristian me miró en silencio, pero sus labios se apretaron en una línea delgada. Aunque no dijo nada, pude ver el dolor en sus ojos. ¿Estaba dolido por mi rechazo? —Tengo que irme. Nos vemos en el trabajo —dije, mientras me levantaba de la silla. Cristian asintió lentamente, sus ojos aún seguían fijos en mí. Cuando me di la vuelta para irme, escuché su voz. —Emily, procura no ponerte en peligro. Si necesitas ayuda, no dudes en llamarme. —Gracias, Cristian. Lo tendré en cuenta —Y con eso, me fui del bar, dejánd
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Capítulo 33. Una invitada en la piscina
—Hola Emily ¿Qué haces aquí? —preguntó Estela.—Hola amiga, me alegro de verte —me sentí muy ofendida, ella sabía perfectamente toda mi historia con Cristian, y estaba allí con él. Una vez más me sentí traicionada por una amiga.En un impulso repentino cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Erik, lo necesitaba conmigo, necesitaba el apoyo de un amigo, y él me había demostrado que podía confiar en él.Tenía que admitir que si Cristian había pasado página yo también tenía que hacerlo.—Cristian vamos a la piscina —dijo Estela.De mientras yo me senté en una silla viendo la escena que me daban ganas de vomitar, Estela no paraba de coquetear, se lanzaba a sus brazos entre risas. Estaba controlando la ira que estaba resurgiendo dentro de mí y me imaginaba como le arrancaba los pelos a la muy... Gracias a Dios, Erik no tardaría en llegar.—Cristian voy abrir la puerta que ha venido mi acompañante.—¿A quién has invitado? —salió de la piscina y fue directo a mi.—He invitado a nuestro vecin
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Capítulo 34. Llegó el día
Cristian se quedó pensando un momento. Cruzó los brazos sobre su pecho, mientras yo esperaba su respuesta, tragué saliva forzadamente. Estaba nerviosa, puesto que era el momento de decirnos lo que sentíamos. —Por favor Emily, tienes que tener cuidado, no quiero que te rompan el corazón, otra vez. —No te preocupes por mi, sé cuidarme yo solita. Y así, sin más, se marchó volviendo a zanjar lo nuestro. Debí imaginar desde un principio que liarme con el hermano de mi exmarido sólo traería problemas. Al día siguiente me levanté más animada puesto que Rebeca estaba apunto de llegar. Durante la mañana había recogido la casa y organizado todo para hacer una barbacoa para nosotras dos solas, puse la carne en la parrilla cuando sonó el timbre de la casa. Me apresuré a abrir la puerta. —Hola preciosa —la abracé. —Hola bombón. —Vamos pasa, que se queman los filetes que están en la barbacoa. —Me muero de hambre —dijo mientras se acariciaba la barriga. Llegamos hasta la terraza, Rebeca se
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