Me estaba incendiando, el fuego se extendió por todo mi interior, el calor era insoportable. Dejé que mi mano descendiera siguiendo la línea de mi cuerpo, mi piel se encendió bajo mi propio toque. Mi respiración se volvió más rápida, cada inhalación era un suspiro de anticipación. Joder, era la primera vez que hacía algo así y la verdad me encantó. —¿Sientes cómo te deseo? Continuó él, no podía retenerlo más, se me escapó un gemido.»Quiero que toques tus pechos, acarícialos lentamente. Imagínate mis manos ahí, apretándote suavemente.Mis dedos siguieron sus órdenes, parecía una muñeca manejada por unos hilos invisibles. Acaricié mis pechos con lentitud. Cada movimiento enviaba olas de placer, un gemido más fuerte se escapó de mis labios.—Eso es, Sirena —dijo con la voz más ronca —. Quiero que sigas bajando tu mano, muy despacio hasta llegar a donde más me necesitas.Obedecí perdida en su voz, su respiración y la música de fondo. Mi mano se deslizó por mi abdomen acercándose
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