Cuando Ale llegó al balcón de su habitación soltó todo el aire que contenía, se pasó las manos por el cabello, caminó de un lado al otro. Josh la observó en silencio. Con delicadeza la tomó del brazo obligándola a mirarlo y a detenerse. —¿Vas a poder con esto? —Sí —susurró ella. Josh soltó una risita, esa donde se dejaban ver sus lindos hoyuelos. —Alan no va a poder apagar el fuego que lo está consumiendo. Ale ladeó la cabeza y lo miró con curiosidad.—¿De qué hablas?—Sus ojos han dicho más de una vez lo que sus labios no han podido —Josh se acercó para susurrarle al oído—. Conozco la mirada de un hombre enamorado. Así que no fue sexo, lo que él siente por ti es tan grande que hasta él siente miedo. Ale lo miró un poco desconcertada, aunque su corazón reaccionó a esas palabras. —¿Será que sí…? — era como si se lo preguntara a ella misma. Josh volvió a susurrar cerca de su oreja. —Estoy seguro. Solo falta que lo admita. A veces solo necesitamos un pequeño empujón. Soltó u
»No pretendo cambiarla; ella es perfecta tal cual es. Quién dice que uno se tiene que enamorar de sus virtudes y no de sus defectos —Josh hizo una pausa, dejando que sus palabras llegaran a todos —: Ale es una persona increíble y si hay algo que quiero hacer, es apoyarla en todo lo que desee. La libertad de ser uno mismo es lo más valioso que podemos tener, nunca le pediría que renuncie a eso. Quiero que siempre sepa que a mi lado tiene un compañero, no un carcelero. Jamás ataría sus alas; todo lo contrario, la impulsaría a volar. Todos se quedaron impactados por esas palabras, Vanessa separó los labios por la sorpresa. Alan se tomó otra copa, como si con eso pudiera apagar las llamas que ardían en su pecho, pero el trago fue tan amargo que empezó a toser. Ale lo miró, pudo descifrar la tormenta interna con la que intentaba luchar. —Llegando el caso de que se le pasen las copas, está conmigo; yo la cuido —finalizó Josh soltando una risita malvada.Cada palabra que dijo con sarcas
—Lo primero que hacen es deshacerse de tu ropa, luego te imagino a ti y a mí en los lugares más locos y las poses más intensas —susurró ella con lujuria. Alan pasó saliva imaginándose cada cosa que ella decía. Ale rozó su mejilla con los labios hasta que llegó a su oído, Alan la agarró de la cintura con fuerza sintiendo el deseo apoderarse de él. —¿Te imaginas en este momento arrancándome el vestido y lo que llevo debajo? —continuó ella en un susurro que encendía cada fibra de su ser. Ale bajó la mano hasta el borde de sus pantalones, deslizó dos de sus dedos acariciando su piel, ese roce lo hizo estremecer. »Nos escapamos al jardín y tú me tomas sin siquiera desnudarme, solo lo levantas, lamo y muerdo tus dedos los cuales luego…La frase quedó incompleta, Alan la miró como si quisiera devorarla ahí mismo. Alan no pudo contenerse más la agarró con fuerza y la besó, sus labios se encontraron en una disputa de pasión y necesidad. El beso era feroz como si de esa manera sacara t
Ese tenemos que hablar me quedó resonando en la cabeza, tenía infinidad de preguntas que no tendrían una respuesta hasta que no habláramos. Odiaba sentirme así, perdida. No me quedaba más remedio que esperar. Esa misma semana recibí una llamada de él, estaba tan frío que por poco me congela. Mis pensamientos; algo pasó. —Sí. —¿Tienes planes para el viernes? —El viernes —repetí—. No. —Perfecto. El viernes nos vemos, yo te envío un mensaje con la dirección del lugar donde te recojo. —Está bien… —susurré. Luego escuché el pitido de la llamada al colgar. Me quedé mirando a un punto fijo durante unos segundos mientras pensé; qué carajos fue eso. Me senté en mi escritorio y de repente caí en cuenta. Ese viernes era 31 de diciembre. Pero luego pensé; no tiene nada de malo, nos veremos en algún momento del día. De todas formas ya estaba pensando en la excusa perfecta para no pasar con ellos, supuestamente me iba con la familia de Josh, le advertí a mamá con suficiente tiempo
No entendía porque me estaba contando eso, en un momento tuve que relajar la expresión de mi rostro porque había empezado a salirme subtítulos; estaba molesta. Hizo una pausa arqueó una ceja y yo sonreí; más bien fue una mueca. —¿Qué pasó luego? —pregunté tratando de sonar normal. —Quería salir con ella, quería conocerla, había despertado un interés repentino en mí que nadie había logrado en mucho tiempo. A mí qué carajos me importa eso; objetó el diablito de mi hombro izquierdo. Volví a hacer otra mueca, desvió la mirada elevando una ceja y eso solo lo hacía cuando intentaba contener una risita maliciosa. Sí, yo también aprendí a conocerlo perfectamente. Tal vez se estaba vengando por lo que pasó con Josh. Hice una mueca con los labios. Y mis ojos empezaron a sacar subtítulos. —¡Ajá y luego! —inquirí en un tono más serio. Él me miró penetrandome hasta el alma.—Me rechazó. Así que todo lo que pensé que le provocaba no fue real. —Que idiota —hice una mueca de fastidio. Por prim
El mundo a nuestro alrededor desapareció, solo existíamos él y yo sin importar que el puto mundo ardiera por lo que estábamos haciendo. Pensé; Si tenerte conmigo significa ver el mundo arder, entonces sin vacilar seré la mano que sostenga la antorcha. Me aferré a su camisa tratando de sostenermemientras el beso se volvía más profundo y apasionado. Cada segundo que pasaba mi deseo por él crecía, estaba llorando y no con los ojos. En medio del beso un par de lágrimas se me escaparon; sentí que por fin después de tanto tiempo estaba donde debía estar. Menos mal me compró ropa interior; pensé con una sonrisa endiablada y la respiración vuelta nada cuando el beso terminó. Él mantuvo su rostro cerca del mío, movió su cabeza ligeramente para rozar su nariz contra la mía en un gesto íntimo y tierno.—Déjame sentirte cerca de mí —musitó con adoración —. Tan mía. Mi corazón latía con fuerza haciendo eco en mis oídos, el suyo le hacía competencia mientras nuestras respiraciones se mezclaba
—Cómo olvidarlo. Una golondrina, justo como acabas de llamarme hace un momento. —Bien, la razón de ese tatuaje eres tú.Un gesto de sorpresa se dibujó en su rostro. ...Narra Alan. Después de tenerla en mis brazos ya no podía dejar de pensar en ella. Su aroma se había impregnado no solo en mi piel, sino en mi alma. Pensaba en tantas cosas, pero tenía dos demasiado claras; no me arrepentía de nada, quería el divorcio. Ese día Vanessa llegó en la tarde como si nada hubiera pasado, me llevó un regalo que no abrí e intentó saludarme con un beso que esquivé. Se cruzó de brazos y me dijo; chiqui de verdad sigues enojado. Sonreí con sarcasmo. Ni siquiera preguntó cómo me fue, no respondí entonces ella empezó a contar cómo había sido su viaje. La corté abruptamente.—Tenemos que hablar.Se calló al instante y me miró desconcertada. —¿En serio te vas a molestar? ¿Cómo te fue, lograste cerrar el trato? Volví a sonreír con sarcasmo.—¿De verdad te importa o finges que sí?Puso los ojos
Joder, amaba esa manera que tenía de desafiarme, provocarme, jugar conmigo, volverme loco. Me encantaba su mirada profunda y endiablada, esa sonrisa traviesa. Amaba cada parte de ella, de esa Sirena que me hechizó con esos hermosos ojos azules. Su mirada intensa, sus palabras, sus labios, sus caricias, toda ella tomaba control de mi cuerpo, ese día me provocó una maldita erección en la cocina de su casa con todos en la sala. Sin duda alguna estábamos locos, encendimos un fuego tan grande para luego caminar sobre el filo de una navaja, un solo paso en falso y todo se iba al carajo. Saben qué es lo peor, que no estaba pensando con la cabeza bueno no con la que tenía sobre los hombros, quería tomarla en mis brazos y hacerla mía…necesitaba consumir mi droga; ella. Con ella se me nublaba lo racional, ahí entendí que si el puto mundo ardía no me importaba, yo estaba dispuesto a arder por tenerla. No quería palabras, quería hechos que le demostraran que yo quería algo serio y primero tenía