Escucho que me ha llamado Caperuza y un escalofrío recorre mi cuerpo. No es de miedo, sino de atracción. No sé por qué, al oír eso, me hace sentir una sensación muy extraña a la vez que tan especial, ya que nunca antes había estado tan atraída por un hombre y menos como él. Ademas de que estoy algo sorprendida como se dio cuenta que estoy aqui.—¿No me oíste? —me vuelve a hablar, pero ahora con una voz un poco más pesada. Y, dudosa, entró a la habitación.—Lo siento, no fue mi intención estar vigilándote —me disculpo, pero no aparto la vista de él; veo cómo vuelve a poner el cigarrillo en su boca, dejando salir una ligera nube de humo.—No te preocupes, no me molesta, todo lo contrario, me agrada que estés aquí —declaró y le agradezco que no me esté viendo o vería mi rostro completamente rojo—. ¿Todavía tienes insomnio? —Sí, además que estaba preocupada —mencionó y justo, al oír eso, vio cómo voltea por encima de su hombro.—Preocupada, ¿por qué? —indagó, girando hacia el frente. —P
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