El gesto de Carlota era estresante. Caminó por la oficina de un lado para otro, despeinándose el cabello, pero yo, sinceramente, aún no lograba entender del todo cuál era su problema. — Se supone que tenemos que fingir, ¿no es así? — le dije con un poco de inseguridad.Ella me miró mal. — No, Alexander. Recuerda que los planes que teníamos eran que los pilares pensaran que tú eras incompetente y que no tendrías nada que ofrecerle al círculo bajo. Así, cuando yo tomara el poder, ellos no dudarían en aceptarme. Pero ahora lo echaste todo a la mierda.Yo, sinceramente, no encontraba por qué la mujer estaba tan enojada. Hice lo que tenía que hacer. — Presentarme como un fiasco no va a funcionar. Así es como tienen que ser las cosas.Pero ella no parecía estar segura. Ana Laura contuvo el aliento y las ganas de decirle algo, pero, por suerte, no dijo nada. — Esto no va a funcionar — dijo Carlota, comenzando a estresarse y caminar de un lado para otro — . Esto no va a funcionar. Esto
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