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104 chapters
La semilla de la duda
Thomas avanzó con pasos largos y firmes por la casa, con Sophia pisándole los talones. Revisaron el salón, la sala de estar y la biblioteca, pero no había rastro de Claire ni de Xavier.—¿Dónde demonios los metió? —murmuró Thomas, con la mandíbula apretada.De repente, una voz infantil rompió el silencio.—¡Papá!El alivio que Sophia sintió al escuchar a Xavier fue instantáneo. Giraron hacia la derecha y vieron al niño corriendo por el sendero del jardín.—¿Dónde estabas? —le preguntó, con una preocupación mal disimulada—. Te buscamos por toda la casa.Xavier se encogió de hombros.—La abuela me llevó a dar un paseo —dijo con naturalidad—. Quería hablar conmigo sin que nadie nos interrumpiera.Sophia notó cómo Thomas aguantó la expresión antes de mirar a su madre.—Ah, ¿sí? —su voz sonó controlada, pero con un filo peligroso—. ¿Y de qué hablaron?Antes de que Xavier pudiera responder, Claire intervino con su tono más dulce.—Nada de qué preocuparse, Thomas. Sólo quería tener una conve
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Hay que ser un poco egoísta
Luego del almuerzo, y de lo que había pasado con Claire y Xavier, el almuerzo fue bastante tenso. Thomas y su familia seguían la conversación como si nada hubiese pasado, pero Sophia seguía en su estado de catatonia generalizada, incapaz de decir ni hacer nada que no sea mantenerse muda y quieta en su asiento, observando como el resto de los comensales se tiraban comentarios entre ellos. Y mientras tanto las palabras de su amiga se repetían, como un loop infernal en su cabeza: Nunca vas a ser su familia.No pudo evitar sentirse totalmente fuera de lugar… Le hubiese gustado poder irse de allí luego de lo que Claire le había dicho, pero eso no era posible. Ella era una de las homenajeadas, y dejar la mesa no era algo simplemente posible. Así que tuvo que armarse de paciencia y soportar la sensación de ser parte del decorado hasta que los familiares de Thomas empezaron a retirarse.—Bueno, gracias por la comida, hijo. —la primera en tomar su cartera fue Claire, junto con la bandeja de pl
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Cap
Un pie se movía insistente contra el suelo. Con el metatarso apoyado, la musculosa pierna de Thomas temblaba mientras esperaba en la sala de conferencias del club las nuevas de Red, el entrenador de Los Espartanos. Todos sus compañeros estaban tan nerviosos como él, pues iban a anunciar a los elegidos para formar parte del equipo de la selección nacional ese año. Debido a su mal comportamiento en los años anteriores, había sido excluido del seleccionado, pero algo le decía que las cosas iban a cambiar para esa ocasión.Mientras sus compañeros hablaban y se reían entre ellos, Thomas tenía la concentración al máximo, viendo un punto fijo de la sala y esperando a que el entrenador en jefe haga su entrada triunfal con la lista de los cinco elegidos para lucir la ansiada camiseta.La puerta se abrió para dejar pasar, no sólo a Red, sino a todo el staff deportivo y directivo del club. Thomas dejó de mover el pie y observó atento a los que ingresaban. El presidente de Los Espartanos hizo act
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A new story
Sophia caminó hacia el estudio de su casa con una taza de te en la mano y cubierta por su camperón de lana que ella misma había tejido a crochet. El día estaba helado y lluvioso, ideal para quedarse en casa todo el día, tomando algo calentito, escribir o simplemente acostada en la cama viendo televisión. Pero tenía que trabajar. Tenía que entregar los últimos capítulos de la novela que había escrito inspirada en la vida de Thomas. La idea le había encantado a su editor y consideraba que era una idea muy rentable publicarla en físico. Sophia sentía la presión de los nervios de publicar su primer libro en físico. Si todo salía bien, esta podría ser su oportunidad para poder despegar como escritora.Tomó asiento frente a su computadora y revisó los últimos detalles de la historia. Todo parecía estar correcto: No había errores de ortografía, ni tampoco de redacción. Su trabajo era impecable como siempre había sido. Adjuntó el archivo en un correo electrónico y lo envió a su editor. El men
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