XIV (Capítulo con alto contenido erótico)El adiós de la mañana, ahora, se traducía en una caricia sobre su sedoso y renegrido cabello, que ella misma se había encargado de alborotar. No sabía cómo tomarlo, si halarlo lejos, si darle ritmo a su cabeza, o solo entrelazarlo en sus dedos.A diferencia de sus manos, sus pies estaban firmemente apoyados en los hombros de Jerom, que estaba haciendo su trabajo, destrozando con su boca la entrepierna de la mujer. Amy ya no podía distinguir entre gemidos y jadeos, hasta que todo se convirtió en gritos. Él no se movía, estaba dispuesto a hacer que ella terminara una y otra vez en sus labios. Algo debía tener ella ahí, ¿miel? No era precisamente eso, solo que lo que fuera que emanara, a él lo convertía en una fiera.—¡Basta! ¡Por favor! —jadeaba ella, sudando ya, ante la embestida de esa lengua en su vagina. Él, a cada súplica, se aferraba más y más.Amy no tuvo más la fuerza suficiente para seguir luchando contra el maravilloso sexo oral que
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