El forcejeo de Isabel y mi deseo de hacerla pagar por el secuestro, la traición y las amenazas, propiciaron el aumento de las palabras de insultos y, las personas, se fueron concentrando en la enorme plazoleta del centro comercial. Los gritos de ella de miedo y frustración alertaron al equipo de seguridad y a Jerry, que tardaron segundos en llegar a mi lado. Intentó, para evadir el arresto, golpearme con la mano libre, pero, la frustración, causada por años de dolor, encierro y miedo, ante el contacto humano, dominó mi lado racional, aguantando más fuerte a mi rival. - Tranquila, preciosa, todo está bien – dijo calmándome mi guardián, mientras me resistía, por la rabia, a soltar a mi contendiente. Entonces pasó, la adrenalina del momento, me abandonó y comencé a respirar con la ansiedad y angustia de siempre, mientras todo se oscurecía a mi alrededor. - ¿Te sientes mejor? - me interroga mi ángel, cuando percibe mi mirada confundida e irritada. Contemplo, minuciosamente, el l
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