—¡Escúchame, Felicia! No puedo decidir lo que tú hagas con tu cuerpo, pero no aceptaré tus chantajes, si decides terminar el embarazo, puedes hacerlo, pero te olvidas siquiera de que yo vuelva a ver tu cara, porque te despreciaré hasta mi muerte, en cambio, si eliges tenerlo, yo cuidaré de mi hijo y de ti por ser su madre.—¡Yo te quiero conmigo, Joaquín!—Lo siento, Felicia, es todo lo que puedo ofrecerte, tómalo o déjalo.Joaquín salió de ahí, ella sollozó sin control.Encontró al padre de Felicia que le cerró el paso.—¡No te irás sin hacerte cargo!Joaquín estaba bien harto del viejo, lo tomó del cuello y lo puso contra la pared.—¡¿Quién te crees para hablarme así?! ¿Eh? ¡Podrías estar muerto por esto, idiota! Escúchame bien, si tu hija quiere tener al bebé, yo lo cuidaré, pero si no quiere, y decide terminar el embarazo, ¡no la quiero volver a ver y te olvidas del apoyo que te he dado! No quieran chantajearme, porque todavía no nace quien pueda hacerlo.Joaquín soltó al hombre y
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