—Eso es lo que más deseo —balbuceo, cierro mis ojos y maldigo por lo alto, deseando que todo esto se termine—, ¿por qué no vas conmigo?—No, eso es mucho trabajo.—Entonces déjame lamentarme, mis huesos me duelen, ya la vez queman —suspiro al recordar—, hasta quiero ir a casa, lanzarme a la cama porque necesito dormir un rato.Oh, lo mejor de todo sería que Harry este ahora a consolarme, que me diga que todo pasará y que no necesito ir más al gimnasio. ¡Oye! Estoy así porque no estoy al cien por ciento acostumbrada.—Ja, ja, ja, —se suelta a reír—, no digas locuras, eres joven y puedes hacer mucho.—No comprendo tu burla —espeto—, eres mi jefa, pero de eso a que te rías, no.—Es… que… él… —está en carcajadas—, tienes un cuerpo envidiable, qué tal si el entrenador está enamorado de ti, es que eres la única que no se muere por él—pasa su dedo índice limpiándose las lágrimas derramadas, a causa de la risa.—¿Qué? —enarco una ceja.—Espera… —inhala y exhala, controla la respiración, hasta
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