—Esa será mi venganza, tú serás quien me implore, quien me ruegue que te bese, que te toque, que te haga mía. —Eso no va a pasar, te lo juro. Nunca te suplicaré ni mendigaré amor. —Ya lo veremos, Rebecca. —dice con severidad y me suelta.Sus palabras son tan firmes que no puedo evitar sentir miedo. Estoy tan desconcertada y enojada conmigo misma que me apresuro a salir de su habitación apresuradamente. Me debato entre dos emociones antípodas, por un lado sentía miedo a que me hiciera daño, pero por otro lado, una parte de mí, parecía excitarse ante la idea de que me tomara a la fuerza. De lo que sí estaba segura era de que nunca le suplicaría a él, ni a ningún hombre por sexo. Eso pensé en un primer momento, sin saber cuan equivocada estaba.Él me ve salir sin detenerme. Realmente era otro hombre, uno más oscuro y frío que el primero. Entro a mi habitación ansiosa, camino de un lado a otro, pienso en cómo decirle a Sofía que no podré irme con ella. ¿Y mi madrina, se veía tan f
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