Todos los capítulos de Pasión Ardiente "En las llamas del amor": Capítulo 61 - Capítulo 70
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EN MANOS DE SU EX
Como si la relación entre ellos no estuviese lo suficientemente fracturada, ahora Rebecca lo encuentra a punto de golpear a su padre. —¡No te atrevas, Emilio Ferrer! No te atrevas a tocar a mi padre. La pelicastaña baja las escaleras apresuradamente, cuando de la nada y para añadir mayor tensión entre ellos, Enzo Ferrer aparece en el acto, se acerca a ambos hombres y quita a su hermano de encima de Ignacio.—¿Te has vuelto loco, Emilio? Ignacio acaba de ser operado. ¿Quieres matarlo?Ante la impresión de aquella disputa, Ignacio se lleva las manos al pecho. Rebecca corre a su lado, mientras Emilio se queda abismado sin saber que decir para defenderse de aquella acusación. —¿Papá, estás bien? —se inclina hacia este. —¡No, hija! Tengo un fuer-te do-lor en el brazo. —¡Hay que llamar a un médico! —clama Rebecca, angustiada. —Sólo Olivia puede ayudarlo. —contesta Enzo. Emilio está perturbado, todo es confusión en su cabeza. Rebecca lo mira y cierro lágrima en sus ojos, le
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POQUITA FE
Minutos después Rebecca regresa con el medicamento. Sube hasta la habitación, entra y le entrega la caja de medicina a Olivia. —Tenga doctora. —Gracias —contesta parcamente. Olivia implanta la vía intravenosa y luego le coloca el tratamiento a Ignacio. A diferencia de media hora antes, la actitud de Olivia hacia Rebecca, es muy diferente. —¿Estará bien? —Le pregunta con preocupación.—Debemos esperar, la responsabilidad de que Ignacio se encuentre en esta situación es tuya. Por ahora necesita descansar y deberías encargarte de ser tú quien cuide de él.—Sí, no tengo problema en ser yo quien permanezca a su lado. Por mi padre haría lo que sea. —Lo sé, de eso no me cabe la menor duda —responde en un tono sarcástico— incluso aceptar un contrato para casarte con un hombre que no te ama. —espeta.Ante la respuesta algo agresiva de Olivia, Rebecca permanece en silencio, no podía decirle nada a aquella mujer, cuando había sido ella precisamente quien evitó que su padre sufrier
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LA PROPUESTA
Emilio detiene su coche frente al lujoso hotel, baja y le entrega al valet parking las llaves para que lo estacione. Luego entra al hotel y de dirige al la recepción. La recepcionista al verlo entrar, lo reconoce de inmediato, por lo que busca en la caja de pertenencias olvidadas, el credencial de identificación de éste.—Buenas noches, Sr Ferrer. Aquí tiene su credencial. —Gracias señorita, pero no estoy aquí por ello. Vengo a ver a la Dra Olivia Correia. ¿Puede avisarle que estoy acá, por favor?—Puede pasar, la huésped notificó al llegar que usted vendría a verla, por lo que puede subir sin problema, Sr Ferrer. —¡Gracias! —contesta y toma el credencial, lo guarda en el bolsillo de su chaqueta y se dirige al ascensor. La puerta metálica se abre, Emilio entra al ascensor y sube hasta el último piso del hotel. Sale del elevador y se encamina hacia la suite. Antes de tocar la puerta, esta se abre, Olivia lo recibe con una sonrisa en su labios rojos. —¡Gracias por venir!
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TODO VUELVE AL INICIO
—Entonces, hazme el amor aunque sea esta la última vez que nos vemos, Emilio. Por favor. —¡No! No lo haré. —¿Ya no me deseas? —termina de quitarse el albornoz y se acerca a Emilio. —Por favor Olivia, debo irme. La pelirrubia se retrae, aún tenía un par de cartas que jugar tampoco quería parecer una mujer sin dignidad frente a él. —Vete, por favor. Lárgate de una vez. —dice entre los dientes. Emilio aplana sus labios, aquel final entre ellos resultaba mucho peor que cuando ella lo abandonó, él la estaba rechazando. —Adiós, Olivia. —Adiós, Emilio. No me llames, no vuelvas a llamarme porque no iré a tu rescate nunca más.Ella abre la puerta Emilio sale, y siente el portazo detrás de su espalda. Escucha los gritos de su ex, Olivia había vuelto a ser la misma de antes. Emilio sube a su coche y conduce hasta la mansión, ansioso de ver a Rebecca. Baja de su auto, sube las escaleras directo hacia la habitación de huéspedes. Al acercarse escucha una conversación un tanto pe
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ESA SERÁ MI VENGANZA
—Quiero que todos ellos se marchen, todos excepto ella. De Rebecca Cervantes me ocuparé yo —espeta.—Bien, Emilio, yo me ocuparé de ello. Pero no puedes permitir que la herencia vaya a caer en manos de una bastarda. ¿Me lo prometes?Emilio lo mira con dejadez y sale de la habitación de su hermano sin darle una respuesta afirmativa. —¡Imbécil! —masculla Enzo. En tanto, en su habitación Rebecca comienza a recoger lo poco que queda de sus pertenencias. Por suerte para ella, aún la maleta que había preparado con sus cosas para mudarse al otro dormitorio, estaba allí, sin desempacar. Aunque finalmente quedaría libre de aquel compromiso, no podía negar que le entristecía que todo entre ellos terminara de ese modo. Era claro que Emilio ya no deseaba tenerla a su lado, el fin había llegado. La puerta se abre, Yolanda entra y junto a ella, la pequeña Sofía. —¿Rebecca, tenemos que irnos? —pregunta con un dejo de tristeza la niña. —Sí, mi amor, debemos irnos; yo regresaré con uste
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NUNCA TE SUPLICARÉ...
—Esa será mi venganza, tú serás quien me implore, quien me ruegue que te bese, que te toque, que te haga mía. —Eso no va a pasar, te lo juro. Nunca te suplicaré ni mendigaré amor. —Ya lo veremos, Rebecca. —dice con severidad y me suelta.Sus palabras son tan firmes que no puedo evitar sentir miedo. Estoy tan desconcertada y enojada conmigo misma que me apresuro a salir de su habitación apresuradamente. Me debato entre dos emociones antípodas, por un lado sentía miedo a que me hiciera daño, pero por otro lado, una parte de mí, parecía excitarse ante la idea de que me tomara a la fuerza. De lo que sí estaba segura era de que nunca le suplicaría a él, ni a ningún hombre por sexo. Eso pensé en un primer momento, sin saber cuan equivocada estaba.Él me ve salir sin detenerme. Realmente era otro hombre, uno más oscuro y frío que el primero. Entro a mi habitación ansiosa, camino de un lado a otro, pienso en cómo decirle a Sofía que no podré irme con ella. ¿Y mi madrina, se veía tan f
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COMIENZA EL JUEGO
Voy hasta la cocina por una vaso con agua, sentía una profunda tristeza sólo al recordar el rostro de Sofía perdiéndose ante mis ojos. —Mercedes, por favor, me da un vaso con agua. —Estoy ocupada, no ve. Si desea puede servírselo usted misma, además por órdenes del Sr Emilio, no estoy obligada a atenderla. Sol se adelanta, justo cuando me dispongo a servirme el agua. —Yo puedo hacerlo, Sra Rebecca. —Gracias, Sol. —Le contesto.—Voy a extrañar a la pequeña Sofía, esa niña es un amor. —murmura.Trago en seco para no quebrarme ante la vista de Mercedes. No quiero darle el gusto de verme llorar.—Ella también estoy segura que te extrañará, Sol. —Tomó el vaso con agua en un solo sorbo.— Gracias. —digo y salgo de la cocina.Subo las escaleras rumbo a la habitación de Emilio, la que a partir de ahora también me tocará compartir con él. Toco un par de veces la puerta antes de entrar, pero él no responde. Abro decidida a enfrentar lo que sea que tengo que enfrentar. Entro a la
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TODA VENGANZA TIENE SIEMPRE UN EFECTO COLATERAL
Sus dedos juguetones, se deslizan entre sus muslos, Emilio no aparta la vista de su sexo, quiere ver con claridad el grosor de sus labios rosados; con astucia los separa y mira sus pliegues que como pétalos de rosas se abren dejando ver su cartílago rosado. Coloca su dedo y frota el clítoris que en apenas segundos, se tensa y endurece tanto como su propia polla. Emilio se deleita al sentir como su vagina se contrae y se expande palpitante, ansiosa de sentir su polla dentro.Al ser acariciada y estimulada por Emilio, la estrecha hendidura de Rebecca comienza a emanar fluidos provocando en la pelicastaña el deseo incontrolable de moverse suave y cadenciosamente, dilatando el placer que le producen aquellas caricias.Emilio ve como ella reacciona ante sus caricias y como disfruta aquel instante, por lo que detiene sus movimientos y aparta su mano. Rebecca apreta sus muslos, un tanto desconcertada, mientras siente como su vagina se empapa y el agua de la regadera comienza a salir nu
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UNA SEÑAL DEL DESTINO
Rebecca atenta al peligro que se cierne a su alrededor, siente un escalofrío recorrerle por la espalda. Reconoce aquellas miradas amenazantes y malintencionadas e instintivamente, sabe que está en peligro.Antes de que pueda reaccionar, ambos chicos se abalanzaron hacia ella con intenciones de someterla, el miedo se apodera de su corazón. Mientras uno de ellos, la inmoviliza sujetándola desde atrás por ambos brazos, el otro comienza a tocarla de forma lasciva. Rebecca grita desesperada, nadie podrá escuchar su pedido de ayuda en un lugar tan solitario y distante. —¡No me hagan daño, por favor! —ruega la pelicastaña. —Relájate preciosa, así disfrutarás de una rica polla.Cuando Rebecca ve que aquel chico comienza a bajar su cremallera y frotar su polla, lanza un grito desgarrador y pierde el conocimiento.Inesperadamente, apareció un ciclista, quien al ver a la chica en peligro, se dispone a enfrentar al par de maleantes. —¡Ehhh! Suéltenla hijos de puta. A pesar de la pr
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CON MIEDO A PERDERLA
Rebecca le sonríe y Borjas revisa en su coala, saca una tarjeta de presentación y se la regala. —Si vuelves a necesitar al ciclista enmascarado, no dudes en llamarme. —bromea él. —Espero no necesitarte en ese caso. —contesta ella en el mismo estilo jocoso. —PD: es una excusa para que lo hagas en cualquier momento. —¡Vale! Te cuidas. Rebecca se dirige a la entrada sonriendo. La puerta se abre y Emilio la recibe con una mirada fría y las facciones del rostro contraídas. —¡Vaya! Tienes un nuevo amante —esgrime. —¡Qué no me faltes el respeto, joder! —reclama. Él la toma del brazo y la sacude con fuerza. —Aquí él único que debe exigir respeto soy yo. Soy tu esposo. —dice clavando su mirada en su mano— ¿Dónde está el maldito anillo? Rebecca se sorprende al ver que no lo lleva puesto. —Debieron robármelo cuando salí a buscarte. Que dos chavales me han atacado y el hombre que aseguras es mi amante, me ha rescatado. —¿Piensas que voy a creerte? —Pues enton
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