Me levanté sin ganas y pensando que tendría unas ojeras gigantes, pero la piel joven se comporta diferente, lo había olvidado. Estaba fresca como lechuga después del baño. Recordé que en esta casa guardé la ropa que ya no me quedaba, así que rebusqué entre los trajes sastres para ponerme algo adecuado antes de ir al hospital. Estaba decidida a trabajar ahí y poder averiguar que planeaban las altas esferas.Encontré uno color gris que me quedó perfecto, con una blusa blanca que dejé un tanto abierta. Lo suficiente para que el escote fuera atractivo sin ser vulgar. Había comprado unos tacones bajos, con este cuerpo no necesitaba más. Me puse un maquillaje muy ligero, pintando apenas los labios y un poco de sombra. Tomé una bolsa que hacía juego para guardar el juego de llaves que Víctor me había dado, unos pañuelos y parte del dinero que había sacado de mi oficina, además del celular de Michelle, desde donde llamé a un taxi.Al llegar al hospital, no pude evitar sentirme feliz. Era como
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