Giovanni miraba su reflejo en la ventana del auto, sus ojos oscurecidos por una mezcla de furia y frustración. No le sorprendía que Elena estuviera embarazada; en el fondo, lo había anticipado. Después de todo, nunca había tomado precauciones cuando estaba con ella, en parte por su arrogancia, y en parte porque la idea de dejar su huella en ella le resultaba posesiva.Sin embargo, que ella estuviera embarazada en este momento, y además lejos de él, lo desquiciaba. Un impulso posesivo se encendió en su pecho, un deseo incontrolable de que ella estuviera donde él pudiera vigilarla, donde nadie pudiera interferir en lo que ahora consideraba suyo.Llamó a su chofer y le indicó, con tono seco, que lo llevara directamente a la mansión de Vittorio, su socio y, según él, el único que podría darle una pista sobre el paradero de Marco, su sobrino y el supuesto captor de Elena. Giovanni no necesitaba anunciarse para aparecer en la casa de Vittorio; sin embargo, algo en su mirada indicaba que e
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