CAPÍTULO 17: UNA ELECCIÓN. El auto se detuvo bruscamente delante de una propiedad imponente. La casa, aunque lujosa, estaba rodeada de altos muros y vigilancia en cada esquina. Era como si el aire se sintiera más pesado, y el lugar entero parecía advertirle que no habría salida fácil. Era una prisión disfrazada de mansión campestre, y el opresivo silencio que reinaba a su alrededor le recordaba, sin piedad, que estaba atrapada. Julieta sintió el miedo crecer en su pecho, pero también un impulso de defenderse. No iba a quedarse allí sin luchar, sin intentar escapar. Apenas la puerta del auto se abrió, lanzó una patada con toda la fuerza que le permitieron sus piernas, apuntando al conductor que la miraba con fría indiferencia. —¡Aléjate de mí, maldito! —le gritó, luchando por apartarse y resistirse a lo que venía. Sin embargo, en cuanto intentó moverse, dos hombres más aparecieron a ambos lados del auto. Sintió cómo la sujetaban de los brazos, sus manos fuertes inmovilizándola, mien
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