★ EmilyEl camino al aquelarre nunca se me hacía corto, pero esta vez la distancia entre el bosque y nuestro refugio se sentía interminable. Mis pensamientos seguían atorados en todo lo que Leónidas había dicho, en ese estúpido «Esmeralda está viva»que no dejaba de rondar mi mente. Mientras caminaba junto a Arthur, no pude evitar notar cómo su silencio se había vuelto más denso, más pesado, como si él también cargara con el peso de esas palabras.—¿Estás bien? —me preguntó, con su voz grave rompiendo la quietud.Lo miré de reojo, incapaz de decir que todo estaba bien. No podía mentirle, no a él.—Estoy bien —mentí, sin creerme ni una palabra. Sabía que Arthur no se conformaría con eso, pero era todo lo que podía decir.El crujir de las hojas secas bajo nuestros pies resonaba en la calma nocturna, y la luz de la luna llena comenzaba a filtrarse entre los árboles, iluminando el camino hacia el aquelarre. Las luces de las cabañas parpadeaban en la distancia, pero la ansiedad que sentía n
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