Natalia.- Lentamente yo misma lo sequé con la toalla, podía sentir cada musculo, acaricié con la toalla su abdomen mientras bajaba sonriendo con picardía, la lujuria y el deseo se reflejaba en los ojos de ambos.Jacob tomó mi rostro en sus manos y beso con la misma necesidad que la mía, volver a probar sus labios me hacía sentir en la gloria, me perdí en el sabor de su boca, en la calidez de su cuerpo que se acercaba al mío lo extrañaba y hasta ahora no sabía cuánto, esto era lo que quería tenerlo así día y noche siempre, nuestras lenguas batallaban por tener el control.Poco a poco se fue deshaciendo de mi vestido, sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, sintiendo la suavidad de mi piel, y yo me aferré a él, deseando que ese momento nunca terminara, cada roce, cada caricia, encendía una llama dentro de mí.— No sabes cuánto te extrañé mi pequeña –Susurró en mi oído. –Te deseo tanto. –El calor en mi cuerpo y la intensidad de las sensaciones me prohibieron articular palabra, Jacob
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