Natalia.-El frío del lugar donde me tienen cautiva me cala hasta los huesos, estoy sentada en un rincón, con la espalda contra la pared, tratando de encontrar un poco de calor en mi propio cuerpo, pero la verdad es que la sensación que más me invade es el miedo, miedo de lo que pueda pasarme, miedo de lo que le pueda pasar a mi bebé.Este lugar es pequeño y oscuro solo hay una pequeña ventana circular está anocheciendo han pasado horas, pienso en Jacob y en Vincent.— Si hay un dios en el cielo, te suplico que no lo dejes morir, solo quiso salvarme –Mis lágrimas se deslizan por mis mejillas.Cada ruido que escucho me hace sobresaltar, los pasos pesados que se acercan son como un eco de mi ansiedad, me pregunto quiénes son, qué quieren de mí, y lo que es peor, si están al tanto de mi estado.— No te preocupes bebé, vamos a estar bien –Eso me digo tratando de calmarme y ser positiva, pero la incertidumbre me consume, imagino mil escenarios donde todo puede salir mal, donde mi bebé no p
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