Todos los capítulos de HIJA DEL SILENCIO. La heredera inesperada del magnate.: Capítulo 81 - Capítulo 90
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Capítulo 81: La Sombra de la Sospecha.
Después de que los técnicos se marcharon, dejando tras de sí la promesa de que los resultados de las pruebas estarían listos en unos días, Amelia se dirigió a su despacho con la mente llena de preguntas. Aunque la situación con Alexandre era urgente, había algo más que no podía ignorar: la conexión de Manuela con Alejandro y, con su propia historia.Sentada en su escritorio, abrió su portátil y comenzó a navegar por los perfiles sociales de Manuela. Era tarde en la noche, pero el cansancio no la detenía. Había algo que necesitaba descubrir. Con una mezcla de determinación y ansiedad, comenzó a revisar las amistades y conexiones de Manuela, filtrando a las personas en función de sus profesiones. Estaba segura de que la persona que había proporcionado la muestra a Manuela tenía que estar relacionada con el campo médico, específicamente con un banco de semen.Los nombres aparecían en la pantalla uno tras otro, y cada mujer que se ajustaba al perfil era marcada para una revisión más detal
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Capítulo 82. Revelaciones y Consecuencias
Las palabras de Alejandro cayeron como un rayo en la habitación. Amelia sintió que el aire abandonaba sus pulmones mientras procesaba la noticia.—Alexandre es mi hijo —, repitió Alejandro, su voz apenas un susurro.Sus ojos estaban fijos en un punto distante, como si estuviera tratando de comprender la magnitud de lo que acababa de descubrir.Amelia se acercó a él, tomando su mano entre las suyas. —¿Estás seguro? —preguntó suavemente, aunque sabía que la respuesta era obvia.Alejandro asintió lentamente. —Entonces, Waleska no te engañó —afirmó, su voz llena de sorpresa—. Eso significa que Alexandre es realmente tu hijo. Alejandro, debes darle a ese niño todo lo que le ha faltado. No puede seguir viviendo con esa incertidumbre.—Sí, es mi hijo, el laboratorio lo confirmó. Una de las pruebas de ADN es positiva y la otra negativa. La de él es la positiva —. Hizo una pausa, su mirada encontrándose con la de Amelia. —¿Sabes lo que eso significa? —Ella asintió con un gesto, sin emitir ni
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Capítulo 83. Exigiendo verdades.
El silencio que siguió a la revelación fue ensordecedor. Amelia y Alejandro se miraron, sus mentes, tratando de procesar la información que acababan de recibir. Anaís, la niña que había adoptado y amado como propia, que era hija de Amelia, había resultado también ser su hija biológica.—¿Cómo es esto posible? —preguntó finalmente Amelia, su voz, apenas un susurro. —¿Cómo puede Anaís ser tu hija?Alejandro negó con la cabeza, aún aturdido. —No lo sé, Amelia. No entiendo cómo pudo suceder esto.De repente, los ojos de Amelia se abrieron de par en par, una realidad golpeándola con fuerza como un mazazo.—La muestra... Alejandro, ¿recuerdas lo que me contó Naomi? Sobre Manuela llamando a alguien para obtener una muestra... esa muestra era tuya y la persona solo pudo haberla sacado de Progenix.Alejandro la miró fijamente, procesando sus palabras. De repente, todo empezó a encajar.—Lorena... —susurró, su rostro palideciendo. —Ella trabajaba en Progenix en ese entonces. Tenía acceso a las
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Capítulo 84. Venganza silenciosa.
El ambiente en la sala era tan tenso que se podía cortar con un cuchillo. Las primas de Alejandro se miraban entre ellas con nerviosismo, conscientes de que algo grave estaba a punto de revelarse, pero sin saber quién debía romper el silencio. Valeria y Lisya parecían especialmente incómodas, mientras que Lorena intentaba mantener la compostura, aunque su rostro reflejaba preocupación.Finalmente, fue Lorena quien se armó de valor para hablar. Tomó aire profundamente antes de enfrentarse a la mirada inquisitiva de Alejandro.—Alejandro, no sé qué es lo que estás pensando, pero quiero que sepas que jamás me prestaría para hacerle daño a nadie, mucho menos a ti porque eres mi familia —comenzó, su voz temblorosa pero decidida. Cada palabra era un esfuerzo por mantener la calma en un ambiente donde el aire se volvía más denso con cada segundo que pasaba.—Si cometí un error, fue no haber comprobado por mí misma que los protocolos se cumplieran como debían cuando se destruyeron tus muestr
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Capítulo 85. Confrontación y consecuencias
Pese a su reacción, la rabia de Amelia se agitó en su interior, y por completo ciega mezcla de rabia y del dolor, se paró frente a ella y le propinó un par de bofetadas con toda la rabia que le produjeron sus palabras.—¡Cállate imbécil! Con mi hija no te metas, porque la próxima vez que vuelvas a decir algo en su contra, la que va a quedar muda, eres tú porque te voy a arrancar la lengua.El sonido de las bofetadas resonó en la sala, dejando a todos en silencio por un momento. Lisya, con la mejilla enrojecida, miró a Amelia con una mezcla de sorpresa y odio.Alejandro, saliendo de su estupor inicial, se interpuso entre las dos mujeres, su rostro una máscara de furia apenas contenida.—Amelia, mi amor, por favor, déjame manejar esto.Dirigió su mirada a Lisya, sus ojos ardiendo de ira. —¿Cómo... cómo pudiste hacer algo así? —preguntó finalmente Alejandro, su voz apenas un susurro—. ¿Cómo pudiste maquinar que un hijo mío naciera quién sabe dónde? ¿Cómo pudiste usar eso, para vengarte
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Capítulo 86. Verdades dolorosas.
Alejandro y Amelia se miraron uno al otro sin poder contener esa expresión de preocupación en su mirada, se tomaron de las manos y dirigieron al cuarto de juego donde estaba Anaís jugando con Alexandre, sintiendo el corazón acelerado. Sabían que la conversación que estaban a punto de tener era muy importante para todos, y en cierta medida les preocupaba la reacción de la niña.Lo que había ocurrido recientemente con Manuela y sus primas había sido una situación difícil para Alejandro, la tormenta de emociones, las traiciones reveladas, lo habían dejado impactado.Ahora, su prioridad era Anaís, la pequeña que había adoptado como su hija, pero ahora por un giro de los acontecimientos, y a las manipulaciones de la que fue objeto resultaba ser de su propia sangre. Y por supuesto que a él le gustaba la idea de ser su padre biológico, estaba contento y orgulloso de la pequeña, sin embargo, no podía evitar sentirse triste al darse cuenta de que su pequeña debió vivir sola en un orfanato
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Capítulo 87. Amenazas.
Alejandro y Amelia se quedaron unos segundos más en silencio, aún sin saber que las palabras que habían intercambiado habían afectado profundamente al pequeño Alexandre. Mientras tanto, Anaís, se abrazó a su padre, ella se estaba feliz porque después de todo, era su papá y lo seguiría siendo, sin embargo, se dio cuenta por los movimientos de sus labios que estaban hablando de algo más y se quedó en silencio, mirándolos con una mezcla de confusión y curiosidad, y con el inmenso deseo de poder hablar y escuchar.Justo en ese momento, Esmeralda apareció en la puerta del cuarto de juegos, con un semblante de preocupación. Alejandro se levantó al verla y caminó hacia ella, sintiendo que era el momento adecuado para compartir la noticia que tanto había deseado darle.—Mamá —dijo Alejandro con una sonrisa que intentó esconder la tensión—, tienes una nieta.Esmeralda, que siempre había tenido un sexto sentido para detectar las emociones de sus hijos, esbozó una pequeña sonrisa, aunque en sus
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Capítulo 88. Desafiando amenazas.
Alejandro sintió que la sangre le hervía al escuchar las palabras de Marina. Con un tono gélido y controlado, respondió.—¿Tu nieto? ¿De qué estás hablando, Marina? Marina soltó una risa sarcástica. —No te hagas el tonto, Alejandro. Hablo de Alexandre, el hijo de Sergio, mi hijo. Acabo de enterarme de todo y vengo a llevármelo.Alejandro la miró fijamente, sin ceder a la provocación en su tono. Se mantuvo tranquilo, aunque la furia comenzó a hervir bajo su piel. Amelia, parada a su lado, sintió la tensión en el aire, pero sabía que era crucial mantener la calma.—No sé de qué estás hablando, Marina —respondió Alejandro con un tono firme—. Pero creo que estás equivocada, aquí no hay ningún nieto tuyo.Marina lo miró con una mezcla de incredulidad y desprecio, su rostro enrojecido por la furia. Avanzó un paso, acercándose más a él.—No intentes ocultarlo, Alejandro. Ya sé que denunciaste a Manuela y está detenida por todo lo que ocurrió en el pasado con este. Ella me llamó para pedir
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Capítulo 89. Decisiones irrevocables.
Alejandro sintió que la paciencia se le agotaba. Respiró profundamente, tratando de mantener la calma antes de responder.—Abuelo, te equivocas —, dijo con voz firme, pero respetuosa. —Amelia no ha intrigado contra nadie. Fue Lisya quien cometió actos imperdonables contra nosotros. Ella misma lo confesó todo.Don Aurelio lo miró con incredulidad, su rostro enrojecido por la furia.—¡Imposible! Lisya jamás haría algo así. Ella me dijo que la involucraron, tú por creerle todo a esta —insistió colérico—, no te creí que fueses un hombre débil que se dejara llevar por una mujer como esta, pero parece que lo eres —gruñó con molestia.Alejandro sintió cómo la furia lo invadía, pero intentó mantener la calma, aunque su voz temblaba de rabia contenida.—¡Basta, abuelo! —exclamó Alejandro, dando un paso al frente, sin apartarse de Amelia—. No voy a permitir que nos hables de esa manera y mucho menos que ataques a mi mujer. Si no puedes respetarla, entonces no me dejas otra opción.Don Aurelio
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Capítulo 90. Perdidos en el bosque.
Comenzaron a caminar hacia las escaleras, decidido a empezar los preparativos para mudarse. Sin embargo, antes de que pudieran llegar al primer escalón, la voz de don Aurelio los detuvo.—¡Esperen! —gritó desde lo alto de las escaleras, su rostro pálido y preocupado. —, Alejandro, hijo.Alejandro y Amelia se detuvieron en seco, intercambiando miradas de preocupación. —No se vayan… por favor, les prometo que no me voy a meter en sus vidas, y hablaré siempre con ustedes —pronunció en tono suplicante.Alejandro suspiró y miró a Amelia, apretando suavemente su mano.—Hablaremos después abuelo, en estos momentos no estoy de humor para conversar contigo —dijo con voz firme.Don Aurelio asintió, aunque la angustia en su rostro era evidente. Amelia miró a Alejandro, intentando leer en sus ojos si realmente era el momento de irse y dejar todo atrás.—Alejandro, no está bien dejarlo solo —susurró Amelia, con la mirada aún fija en el abuelo—. Mira su cara… está sufriendo.Alejandro suspiró pr
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