Capítulo 122. Entre la ira y el destino.
El ambiente en la sala era tenso, con una presión palpable en el aire. Sergio observó, en silencio, su mirada impenetrable mientras Naomi se debatía entre el miedo y la desesperación. Alexandre, con su pequeña figura, estaba parado entre ambos, confundido, pero al mismo tiempo, con una actitud desafiante, una chispa de carácter que Sergio notó de inmediato, la misma que él mismo tenía, no pudo evitar sentir ese sentimiento de orgullo en su interior. El niño, a pesar de su corta edad, había captado la gravedad de la situación. Los policías seguían al otro lado de la puerta, esperando instrucciones, y el pequeño Alexandre, mirando a su madre llorar, sintió la necesidad de hacer algo. Así que abrió la puerta por donde se habían ido los policías, estos se acercaron y él con su pequeña voz, llena de una mezcla de inocencia y determinación, les habló. —No van a llevarse a mi mamá —dijo Alexandre, mirando a los policías con el ceño fruncido—. No ha hecho nada malo. Así que ya pueden irs
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