CRISTINE FERRERA—Dime, Berenice, ¿en qué te puedo ayudar? —pregunté con cordialidad y una sonrisa fingida, una vez que entramos a mi oficina. —Creo que la verdadera pregunta es: ¿En qué puedo ayudarte yo a ti, Cristine? —La confianza en ella misma era sorprendente, pero de igual forma su sonrisa era muy rígida. Entonces mostró la carpeta que tenía debajo del brazo, era la misma que había compartido con Eliot—. Tengo entendido que tienes un problema con tus modelos, se amotinaron, y por suerte soy la directora de una agencia de modelos altamente reconocida por Europa. Tomé la carpeta y cuando la abrí me di cuenta de que eran los expedientes de cada modelo que representaba. Sus medidas y perfiles. —Entiendo que es más barato tener a tus propias modelos, pero no hay nada como la seguridad de una agencia. De algo debes de estar segura y es que nunca te dejaría sin chicas. No había hecho de dominio público mi falta de modelos, ¿cómo se había enterado? Levanté mi mirada hacia ella y e
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