Todos los capítulos de EL FAVOR DEL CEO A LA ASISTENTE VIRGEN: Capítulo 61 - Capítulo 70
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61. CONTINUACIÓN
 Seguía contando Camelia, más aterrada al sentirse tan vulnerable y desprotegida. Ante la tela de araña en que la había atrapado Leandro. Ahora se daba plena cuenta. Él les había hecho creer que eran novios, a todos a su alrededor. Ella no lo desmintió y siguió tratándolo amablemente, incluso permitía que Leandro se quedara con ella en el almacén, ayudándola a cargar cajas. Le daba pena negarse cuando se ofrecía. Le compraba comida y comían con ella tanto él como Manuel. Siempre amables y atentos, aun cuando le hacían insinuaciones grotescas, pensó que estaba manejando bien el asunto. Ni siquiera se había quejado con la señora Elvira, para que les llamara la atención. Consideró que al hablar claro con Leandro, que no quería nada cuando la enamoró, que solo podían ser amigos, é
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62. CONTINUACIÓN
 Después de las palabras del agente de policía, se hizo un gran silencio en la sala. Solo era roto por los sollozos de Camelia, que se abrazaba a sus rodillas sin dejar de llorar en una silla. Los demás presentes se quedaron mirando al suelo, sin saber qué decir. Ariel Rhys intentó consolarla, pero sus palabras no parecían tener ningún efecto. Camelia seguía llorando, desconsolada. Los demás presentes se sentían incómodos, sin saber cómo reaccionar. Algunos miraban a Camelia con compasión, otros evitaban su mirada. —Señor —comenzó a hablar el jefe de seguridad, al ver los cristales esparcidos por todo el salón, la piedra y la nota que entregó a la policía. Se giró hacia sus hombres, que bajaron la cabeza sin decir nada—. Le aseguro que esto no volverá a pasar. Ustedes dos, den su testimonio de todo lo que les ha dicho Leandro, desde que la señorita Oduarte entró al trabajo, y lo sucedido hoy. —Sí, señor. Perdón, señorita Camelia, no volverá a pasar —dijer
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63.  ¿Y AHORA QUÉ VOY A HACER?
 Las lágrimas rodaban libres por el rostro de Camelia, sus ojos se movían inquietos mirando en todas direcciones, mientras ella se estremecía como una hoja debajo del brazo del Ariel Rhys que trataba infructuosamente de inculcarle seguridad—Lamentablemente sí, señorita Camelia. Esa es la ley y no puedo hacer mucho al respecto —le dijo con pesar Oliver, mirando a Ariel que apretaba la mandíbula furioso—. Deberá cuidarse bien, no andar sola. No darle la oportunidad de agarrarla desprevenida.—¡Oh, Dios! —exclamó Camelia abrazando por instinto a Ariel, que la estrechó fuerte sintiendo su angustia.El pánico volvió con mayor intensidad a la joven, que miraba a todos lados como si esperara ver aparecer a Leandro en cualquier momento y no tendría quien la defendiera. Ella no tenía a nadie, miraba al abogado presa del más aterrador mie
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64. CÓMO PAGAR EL FAVOR IMPAGABLE
 Ariel se acercó y volvió a estrecharla fuertemente. Quería infundirle valor; la veía tan desprotegida, tan frágil. No sabía qué más hacer, pues ella realmente estaba aterrada ante el ataque que había sufrido, y la entendía. Por ello, se dedicaba a estrecharla fuerte contra su cuerpo, sintiendo cómo ella no dejaba de estremecerse por los sollozos incesantes. Le besaba la cabeza y, tratando de que su voz sonara tranquila y firme, le hablaba.—Eso no volverá a pasar, Cami, te doy mi palabra. Leandro nunca más se te acercará —aseguró, aunque no estaba seguro de nada. Tendría que ir a ver a su hermano Ismael; él tenía muchas conexiones.—¿Lo dice en serio? —preguntó Camelia, levantando el rostro cubierto de lágrimas para mirar a los ojos de su jefe.—Sí, te lo aseguro, mis hombres se en
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65. TERROR A TODO
 Camelia se detuvo sin saber qué decir o hacer. Ahora le llegaban a su mente atormentada los recuerdos de su infancia. Como en su primer intento de aprender a cocinar, cuando Marilyn la había quemado. Luego de eso le cogió terror, y sin importar si la castigaban con las peores tareas, ella se negó a acercarse a la cocina. Sin embargo, al ver a Ariel moverse con agilidad y seguridad, se le ocurrió que él la estaba engañando. Aunque reaccionó al momento, después de todo era su CEO: ¡Su CEO! ¿En qué locuras estás pensando Camelia? ¿Qué motivos va a tener para hacerlo? Además, corrió a salvarte, ¡le debes la vida! Y fue entonces cuando se le ocurrió que eso podría ser un medio para pagarle. ¡Se convertiría en su sirviente!—Señor Ariel, ya..., ya usted sabe que no sé nada de cocina —se detuvo
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66. ¿ESTÁS ENAMORADO?
El doctor Félix, mientras recoge sus cosas, no deja de mirar en silencio a Ariel, quien está concentrado pensando en Camelia. Cómo es su costumbre, no puede contener su curiosidad y le pregunta: —¿Qué estaban haciendo tus hombres? ¿No me dijiste que le pusiste algunos a cuidarla? —¡No me preguntes sobre esos ineptos! —exclama furioso Ariel mientras se aleja para tomar un vaso de agua. Después de beberlo, responde más calmado—. Como todos los demás, estaban engañados y no reaccionaron como debían. —¿A qué te refieres? ¿No les dijiste que no dejaran acercar a nadie a Camelia? ¿Cómo es que no cumplieron esa orden? Despídelos a todos, es inaudito que la hayan atacado en sus narices, en su propia cara, y no la protegieran —habla también molesto. Oliver le había contado algo. Ariel lo mira, entendiendo que como su mejor amigo, comparten los mismos sentimientos y opiniones. Siguiendo la molestia que lo consume, tira el vaso contra la pared, que se hace añicos, para
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67. IGNORAR EL ACOSO NO ES LA SOLUCIÓN
 El doctor Félix niega con la cabeza al escuchar todo lo que le cuenta sobre la actitud que había adoptado Camelia frente al acoso de Leandro. Lo ha hecho todo mal, en su opinión, y he aquí las consecuencias de mantenerse callada y no reaccionar ante nada de lo que se atribuía el hombre. Es muy fácil para él ver que la había ido cercando sin que ella protestara, convencido de que era una de esas mujeres sumisas que adoran encontrar los tipos como él.—Muy mal hizo Camelia al comportarse así —aseguró ante la mirada de Ariel—. No me mires así, que estoy cansado de decírtelo: las cosas como estas no las puedes dejar pasar, debes enfrentarlas siempre cuando suceden. Porque a pesar de que se negaba cuando él le pedía ser su novia, sus acciones le decían lo contrario a Leandro. Atendiéndolo cada vez que aparecía, aceptando que se
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68. EL ACOSO CONTINÚA
El doctor Félix se queda en silencio. Puede percatarse, por la manera en que se comporta su amigo, que aunque no lo reconozca, Camelia se le ha metido dentro. No le dice nada, solo espera que esta vez sea un amor verdadero y limpio que lo ayude a salir de donde se encuentra.—Tienes razón —aceptó Félix, retomando su actitud profesional de doctor al recordar a su paciente—. Creo que la tienes que llevar a un psicólogo, insisto en que ella tiene un trauma subyacente. Porque ahora mismo, si es como me dijiste que anda detrás de ti pegada de esa manera, puede ser que sienta que solo tú la vas a salvar y va a creerse que está en deuda contigo, y te deba algo.—¡Se lo va a creer no! ¡Ya se lo cree! ¡Me lo dijo! —exclamó Ariel y agregó—. Ella cuando me llamó no me pidió que la ayudara normalmente.—¿Qué quieres decir? &
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69.  MEJORES AMIGOS
 El doctor entra a la habitación donde Ariel trata de que ella se duerma de nuevo. Félix vuelve a inyectarla, esta vez con una dosis más fuerte. Al dormirse, ellos salen llevándose el teléfono.—Esto es más serio de lo que imaginamos, Ariel. Ese tipo no la va a dejar tranquila. Los conozco, debes hacer algo o ella será una víctima más —la seriedad en el tono de la voz de Félix hace que Ariel se estremezca.Ariel no habla, toma el teléfono y le marca a su jefe de seguridad, quien le asegura que Leandro no pudo ser quien le mandara ese mensaje a Camelia, porque donde estaba no había teléfonos. Oliver, el abogado, lo había metido preso por unos delitos pendientes. Le aseguró que investigaría quién podría ser el otro, casi seguro Manuel, el compañero de Leandro.Félix se va después de asegurarse de que
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70. POSIBLE SOLUCIÓN
Camelia se quedó en silencio mirando a Nadia. Se limpió las lágrimas que aún rodaban por sus mejillas mientras negaba con la cabeza ante las miradas de sus amigos, que no entendían su actitud. —No, Nadia, el señor Ariel me contestó, cuando yo le estaba prometiendo cosas, que ya se le ocurriría algo para cobrarme "el favor" —dijo en un susurro avergonzada. —¡Sí que eres tonta! —gritó Nadia, pero se detuvo al ver cómo Camelia estaba convencida de lo que decía. Eso no era importante ahora. Lo único que le interesaba era que tal vez ese fuera el modo de obligarla a que no regresara al pueblo junto a sus padres; iría a hablar con Ariel para que no se lo permitiera—. No importa, quédate a su lado hasta que le pagues los dichosos favores, que por el camino que vas, necesitarás la vida entera para pagarle. —Lo sé, mi amiga, lo sé —asintió y suspiró Camelia, sintiéndose atrapada por todas partes. Nadia la volvió a abrazar sintiendo pena por su mejor amiga. Camelia era una buena persona des
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