Era una chica que no le gustaban los cambios, pero ahora estaba teniendo tantos cambios en mi vida que no podía controlar. Deseaba tener una casa propia para mí sola, para no tener que estar hospedándome cada tanto en un lugar diferente, teniendo que compartir vivienda con una persona diferente cada cierto tiempo.Pero había algo que sí me alentaba mucho y era que… al estar tan cerca de Alejandro (aunque tuviera que pagar por ello), me llenaba de mucha tranquilidad, porque, por más enojado que él estuviera conmigo, siempre me iba a proteger: me lo demostraba con todas sus acciones.Escuché unos pasos que se acercaban a la habitación, volteé a ver, ya que la puerta de la habitación estaba abierta.—¿Y?, ¿cómo vas? —indagó Alejandro acercándose.—Ah… bien, bien —respondí mientras tomaba algunas camisas
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