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Todos los capítulos de Cállate y dame un hijo: Capítulo 21 - Capítulo 30
102 chapters
21.
Gloria se sienta en frente de mi escritorio de cristal y me observa con una sonrisita. Comienzo a desahogarme con ella, explicándole a detalle todo lo que ha pasado, así como también le narro todos los recuerdos que llegan a mí de la primaria.—Pero qué malvado era… —dice y después suelta una carcajada—. ¿Pero no lo notaba señorita Pen? Los niños a esa edad siempre molestan a la niña que más les gusta. Ustedes crecieron sabiendo que se iban a casar de grandes, así que para él era normal el enamorarse de usted, siempre estaba buscando su atención.Me siento y mi mirada se pierde en los recuerdos de la primaria, con el olor a tiza y perfume de bebé, durmiendo en las tardes en la mansión Bacheli con Alessandro a mi lado.—Pero ¿qué pasó para que sus padres decidieran no casarlos? —pregunta con curi
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22.
Alessandro está esperando en la entrada de mi casa, sentado en los escalones de la terraza. Al ver que aparco el auto, se levanta de un salto.—¿Qué haces aquí? —espeto al salir del carro.—Cielos, Pen, ¿por qué no respondías mis llamadas? —gruñe.—Estaba ocupada, no me gusta tomar el celular mientras trabajo —digo mientras abro la puerta.—¿Y por qué sí me contestaste cuando te invité a almorzar? —dice detrás de mí—, que, por cierto, qué grosería dejarme ahí tirado, eh…Entro a la casa, aburrida por escuchar su regañina.—¿Qué quieres? —Volteo y lo enfrento.Él deja salir un suspiro y lleva una mano a mi cabeza, acariciando mi cabello.—Querida Penélope, sabes bien lo que quiero —dice—.
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23.
Todos creyeron que Alessandro me acosaba en último año porque él me esperaba a las afueras del baño y me obligaba a que me subiera la falda y me regañaba. En algunas ocasiones mis amigas lo notaron y me preguntaban si él me estaba intimidando, pero yo no era capaz de explicar la situación. Así que fue fácil creer que él me había golpeado cuando nos encontraron en el patio. Era nuestro secreto. Alessandro nunca lo ha dicho, jamás lo ha hecho.  El día del grado Alessandro me gritó que no quería volver a tenerme cerca.—Tú eres la puta piedra que no me puedo sacar de mi zapato —me dijo—. ¿Por qué no te largas de mi vida y ya? Si tanto me odia… ¿por qué me ha ayudado tanto? Tal vez se siente obligado, porque él es una buena persona.Son las seis de la mañana. Hoy no quier
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24.
Martyn no deja de reírse mientras almorzamos en el club.—Bueno, este suceso no me lo esperaba, Pen —dice. Me sorprendo al ver que no me llama de usted, pero prefiero no decírselo para que le siga saliendo natural.Como de mis espaguetis gratinados mientras lo escucho carcajear.—Ay, Pen, de verdad que tu vida es muy peculiar —comenta y toma un trago de su té frío—. Humm… algo me dice que terminarás aceptando su propuesta de matrimonio y no se van a divorciar al año, terminarán llegando a viejitos juntos.—Claro que no, él me odia…—Te odia tanto que quiere casarse contigo.—Lo hace para no perder su fortuna, tiene un interés de por medio.—Bueno, debes colocarlo a prueba. Di que aceptas, pero que no podrán divorciarse a menos que tú así lo decidas —propone.—Entonce
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25.
Ella abre la boca, es evidente su conmoción.  —Alessandro… —Serena no sabe qué contestarle—. Pues… —Desde aquí noto que quiere llorar.—Vamos, ¿mi familia aceptaría que tú seas la esposa de su único heredero? —dice él con arrogancia—. El hijo del magnate Bacheli casado con una hija de mercaderes, ¿crees que lo aceptarían?—Dime, ¿nosotros alguna vez tuvimos alguna oportunidad?—Siempre supiste que no había ninguna oportunidad —confiesa Alessandro—. Mi padre me ha pedido que consiga una esposa para fin de año, no me dará más tiempo —informa—. Esta vez su amenaza es diferente, me ha amenazado con desheredarme.—Oh, cariño… —Serena reposa sus manos sobre la mesa, quiere tocarlo, pero no se atreve por ya haber sido rechazada an
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26.
Me estaciono frente al edificio donde vive Alessandro. Se ve demasiado pensativo, como si llevara una lucha interna.—Creí que había sido tu exnovia la que te había dejado, no tú a ella —digo—. Es demasiado hermosa, ¿por qué la rechazaste?—Ella está loca —suelta sin más.—¿Qué?—Es controladora, me estaba sacando de quicio. Al final ya no la soportaba —confiesa—. Es vegana radical y me dañó unos zapatos de cuero y me hacía sentir mal por comer carne.Vuelvo la mirada al frente. No sé qué decir. Pero como no sé quedarme callada, digo lo primero que se me ocurre.—¿Los veganos pueden tomar whisky?Pero Alessandro ignora mi pregunta.—¿Qué vas a hacer ahora? —indaga.—Iré a entrenar con Martyn —contesto
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27.
“Sé serio, ¿crees que debo quedarme?” Envío.Noto que escribe, pero demora en enviar el mensaje. De pronto, mi hermana me empieza a llamar, así que contesto.—¿Dónde estás? —pregunta—. Los niños quieren salir a comer, ¿nos acompañas? Ya debiste salir del trabajo.—Ah, sí, ya salí, pero me ocupé en otra cosa —contesto bajito y veo en dirección a la cocina, como la cocina tiene un concepto abierto, puedo ver a Alessandro de espaldas y escucho que pica algo: de verdad está preparando la cena…—¿Dónde estás metida? Tú ni amigos tienes —suelta ella con sorpresa.—Claro que tengo amigos.Alessandro voltea a verme con curiosidad.—¿Con quién hablas? —me pregunta.—Ah, con mi hermana —contesto.
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28.
—Supongo que eso te distraía de pensar en tus abuelos —suelto y llevo la mirada al frente, los millones de foquitos de la ciudad alumbran como si fueran estrellas.—No, sólo quería que volviéramos a ser amigos como antes —dice y noto que está confesando algo muy íntimo—. Cuando teníamos tres años eras mi única amiga, siempre estábamos juntos, quería que fuera así.—¿Puedes recordar tus tres años? —indago con asombro.—Sí, lo recuerdo. Mi primer recuerdo es de estar contigo en la cama, tenías un chupo en tu boca y olías a talco de bebé.Vuelvo a observarlo, estoy asombrada, ¿de verdad recuerda eso?—Mi mamá dice que ese recuerdo es de la hacienda de tus padres, estábamos acostados en la misma cuna, pasamos todo diciembre juntos —sigue relatando&m
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29.
Alessandro se abalanza sobre mí y me empieza a besar con intensidad, haciendo que deje de respirar. Su lengua se sumerge en mi boca y me hace sentir todo tipo de cosas.Dios mío, cuánto había esperado este momento.Cuando el beso se acaba, empiezo a respirar con rapidez y sé que todo mi rostro está más rojo que nunca.—Puedes tener todos los hijos que quieras, yo me encargaré de dártelos —me susurra al oído y comienza a besarme el cuello—. Pero cásate conmigo.Oh no, esto se está saliendo de control…—Es-espera… —musito.La boca se me hace agua y… algo en mi entrepierna me está gritando que acepte sus condiciones.—Pen, cásate conmigo —susurra y acaricia mis mejillas con sus enormes manos, paseando un dedo pulgar por mis labios.Pero yo estoy entrenada para saber pensar
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30.
En la universidad tuve mi único novio de verdad: Emiliano. Emiliano era el típico chico guapo, de piel bronceada, cabello ondulado, alto y acuerpado; que era fiestero; de esos que le encantan las motos y llevaba una chaqueta de cuero y botines, aunque estuviéramos a treinta y cinco grados de temperatura. Por lo cual a veces olía a pescado y lo camuflaba con perfume. Le gustaba parecer misterioso con las chicas. Bebía como albañil. Era rebelde sin causa con sus padres millonarios y tenía enemigos imaginarios.Era un desastre en la carrera que estudiaba. Pero era guapo y eso era a lo que un montón de chicas nos encantaba.Lo conocí en segundo semestre. Recuerdo que ese año hacía una ola de calor terrible y justo ese día que Emiliano cruzó la puerta del auditorio, yo llevaba una camisa corta de flores azules y unos baqueros, con el cabello recogido porque no soportaba el calor. Seg&
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