Gabriela dejó salir un pequeño jadeo, su respiración iba en aumento, al igual que el deseo de estar con Alan.Alan rozó suavemente su nariz, en el cuello de Gabriela, haciendo que todo su cuerpo se tensara por completo.—¡Es mejor que salgas de mi habitación! —musitó Gabriela. Lo deseaba, claro que si, solo se debatía entre la razón y el corazón.—No me pidas que me vaya, ¡Gabriela!, ¿Pídeme que me quede está noche junto a ti?, sé que tú también me amas, lo sé, tu cuerpo no miente —dijo Alan acariciando con la yema de sus dedos las mejillas de Gabriela.Gabriela lo miró a los ojos, dejó salir un suspiro, alzó sus manos y las llevó al cuello de Alan, y acercó sus labios a los de él, abriendo paso al anhelado beso, su corazón palpitaba a mil, era como un caballo a punto de desbocarse por una pendiente.Alan se apoderó por completo de sus labios, su lengua se movió ágilmente al igual que sus manos viajaron al trasero de Gabriela.Alan la arrastró hasta su cama y la puso con mucho cuid
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