Unas horas de descanso pasaron a ser días de vacaciones. Verónica primero se había negado a quedarse, no quería estar lejos de su madre, que aún se mantenía en el hospital. Sin embargo, fue convencida, Hope y Mildred confabularon, a través de una videollamada, para que complaciera a William. Ahora se lo agradecía, habían pasado unos días increíbles. Le daban deseos de no regresar al mundo real, quedarse en ese pueblito de fantasía.Miró a su derecha y sonrió, su esposo había convencido a uno de los orfebres del lugar, para que los dejara realizar cualquiera de los trabajos que hacían allí. Al principio el hombre se negó, no obstante, William había sido persuasivo. En ese momento, él presionaba a golpe de martillo y un punzón metálico, sobre el reverso de una lámina de plata. El estampado lo habían escogido entre los dos, el orfebre había sido inflexible en ese punto, alegó, que sería un recuerdo que los uniría para toda la vida. Sin embargo, ella tuvo que hacer sobre la otra cara de l
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