A la mañana siguiente, Adair se despertó primero. La cabeza de Caeli descansaba en su pecho, movido por suaves respiraciones. Una manta los cubría a los dos; pero Adair podía sentir el cuerpo desnudo de Caeli pegado al suyo. Aunque él mismo, aún llevaba la ropa interior medio puesta. La oscuridad que atravesaba la ventana era el aviso de que todavía era muy temprano; sin embargo, Adair sentía que ya había dormido lo suficiente. El cuerpo, que había quedado cansado la noche anterior, fue reconstruido y revitalizado, despertando con más fuerza. Los moretones en sus brazos parecían curarse a pasos agigantados. Como si Caeli fuera la medicina perfecta que curaba cualquier mal; incluso sus emociones rotas. Quizás, la felicidad que sentía al estar a su lado era parte culpable de la mejora de sus heridas, atacando el mal desde dentro. Llegado hasta ese punto, no se podía imaginar estar lejos de ese chico. El sólo hecho
Leer más