Las manos traviesas de Caeli tocaron su abdomen. Un escalofrío recorrió su espalda; mientras sentí una mano meterse entre su ropa interior. La mano lo acarició. Sujetó su miembro con calma para moverlo lentamente. Adair sintió las chispas que encendían su fuego interno, poniéndolo ansioso. Separó el beso, tomando la cadera de Caeli para luego arrastrarse hacía atrás junto con el chico. Sus piernas quedaron cómodamente estiradas en la cama. Se recostó, dejando que el chico sacara su pene de la ropa interior.
En tanto sus manos se movían arriba y abajo en los muslos del chico, Caeli lo tomó y colocó la punta de su miembro en su entrada. Frente a Adair, el chico estiró la espalda hacía atrás, cerrando los ojos; mientras su parte dura y caliente se introducía lentamente en él. Caeli bajó las caderas hasta topar sus glúteos en Adair. Cerrando toda distancia en ellos. Las manos de Adair se apretaron, percibiendo la se
A la mañana siguiente, Adair se despertó primero. La cabeza de Caeli descansaba en su pecho, movido por suaves respiraciones. Una manta los cubría a los dos; pero Adair podía sentir el cuerpo desnudo de Caeli pegado al suyo. Aunque él mismo, aún llevaba la ropa interior medio puesta. La oscuridad que atravesaba la ventana era el aviso de que todavía era muy temprano; sin embargo, Adair sentía que ya había dormido lo suficiente.El cuerpo, que había quedado cansado la noche anterior, fue reconstruido y revitalizado, despertando con más fuerza. Los moretones en sus brazos parecían curarse a pasos agigantados. Como si Caeli fuera la medicina perfecta que curaba cualquier mal; incluso sus emociones rotas. Quizás, la felicidad que sentía al estar a su lado era parte culpable de la mejora de sus heridas, atacando el mal desde dentro. Llegado hasta ese punto, no se podía imaginar estar lejos de ese chico. El sólo hecho
Realmente Adair a veces creía que el miedo que él le tenía a don Nicolás sólo era percepción suya. “¿De verdad no es aterrador?”, pensó. ”¿Cómo puede Caeli ser inmune a sus regaños?”. Estaba sorprendido. Pero de cualquier manera le preocupaba Caeli; así que volvió a sus pensamientos. Ya que el chico era muy terco; en lugar de negarle algo, probó con otras opciones - ¿qué tal si te caliento el agua primero?, el sereno de seguro dejó el agua muy helada.Sin embargo, a Caeli realmente no le importaba - Estoy acostumbrado.Pero Adair no le prestó atención a sus palabras - espera un momento - se puso los zapatos y fue a la puerta - estará caliente en un momento.Salió y cerró de nuevo la puerta. Bloqueando el viento frío que lo golpeó. Todo el patio estaba opaco. Las nubes grises cubrían el sol que intentaba sali
Esas palabras fueron como una flecha que atravesaba el corazón de Adair. Agachó la cabeza - Sí, señor. Pero…-Padre - ambos hablaron al mismo tiempo.La furia del viejo se desbordó - ¡Caeli! - gruñó - ¡te dije que te fueras!.A Adair le preocupaba enojarlo más; así que le habló al joven atrás - hazle caso, no empeores las cosas - no vio su rostro cuando el chico pasó frente a él. Se quedó un momento frente a su padre antes de seguir su camino. Cuando lo vio marcharse, Adair suplicó - Por favor, castígueme a mi. No le haga nada a Caeli…Pero el señor fue frío - ¿no escuchas? - dijo con los dientes apretados - ¡vete!, ¡no te atrevas a aparecer por mi vista!.Adair se volvió loco. Se lanzó al suelo y cayó a
Los ojos de la señora se abrieron por completo - ¿ya lo sabe? - preguntó, sorprendida.-Fue un accidente - su voz estaba ronca, dañada por los residuos del llanto. Su garganta se contrajo al decir - me ha echado de su casa - sin querer, las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos.Los pulgares de la señora, limpiaron sus mejillas. Llevándose con ellos la humedad de las lágrimas - Don Nicolás es un hombre de razón, ¿te ha echado sin más?.A través de la neblina en sus ojos, le explicó a la figura borrosa ante él - Se puso furioso, me gritó a mi y a Caeli - luego, añadió - me preocupa haber dejado a Caeli solo.La señora asintió, tomando la esquina del delantal. Lo jaló desde sus piernas hasta que llegó al rostro de Adair, donde rozó la tela gastada en
A pesar de tener un presentimiento de los orígenes de esas heridas; de cualquier manera, preguntó con la esperanza de conseguir una respuesta diferente para así no sentirse culpable. Adair buscó una respuesta amable; con tal de no alterarla más. No podía verla a la cara; así que desvió la mirada al frente. Se quedó callado un tiempo, sin encontrar qué decir. Luego, solamente pronunció - He tenido golpes peores - después, al no escuchar nada, levantó el rostro.Las lágrimas caían en silenció de ese rostro cansado. Los dedos que sostenían la camisa sucia se apretaron hasta tornarse de un color morado. El líquido salado se deslizó a través de sus mejillas, cayendo sobre el dorso de esas manos maltratadas. Ella sabía que era su culpa y no podía librarse de ella - Madre - Adair se encontraba en un punto muerto. Debido a que nunca había recibido un consuelo de su parte, él no sabía cómo dárselo a ella - Estas heridas
En la cama seguía tendido el conjunto nuevo de ropa. Adair lo vio desde la entrada. Empujó la puerta hacia atrás para cerrarla. Luego, fue a la cama, se giró y se dejó caer, con el cuerpo desnudo, sobre la ropa limpia. Con las piernas estiradas colgando de las orillas y los brazos reposando a sus costados. Cerró los ojos. La imagen del chico apareció en su cabeza. Lo extrañaba; además el sentimiento de preocupación no desaparecía. Durante el resto de la tarde no salió de su habitación. Paseándose desnudo de un lado a otro. Sólo hasta que oyó la llegada de otra persona se apresuró a vestirse.Su padre había llegado, tenía que estar listo para escapar antes de ser asesinado. Después de que la persona entrara a la casa, fue a la cocina. Un tiempo después oyó los pasos en la escalera. Los golpes se acercaron, retumbando en su pecho como si fuera su corazón. Los pasos llegaron al pasillo. Adair no supo si fue product
El ramo estaba ligeramente aplastado. Metió una mano por el centro de las flores, comprobando el interior. Hasta que sintió que los tallos estaban intactos comenzó a respirar de nuevo. Sacó la mano para intentar componer la forma redonda del papel. Una vez presentable, se puso de pie. Volteó en dirección a la casa de al lado, se acercó al borde y saltó. Sus zapatos se deslizaron por el tejado, cayendo en el punto medio, donde las tejas se unían. Evitando así, quebrarlas y no hacer tanto ruido.Enseguida, caminó del lado opuesto al patio. Cubierto por la parte alta del techo hasta llegar a la esquina de la cocina. Donde subió, alzó la cabeza por la cima. Miró alrededor, comprobando que no hubiera nadie en el patio. Como suponía, el lugar estaba oscuro y en silencio; puesto que era pasada la medianoche. Los pájaros estaban en silencio dejando sólo al viento frío silbar a través de las ventanas. Aunque el clima era
-¿cómo estabas tan seguro de que vendría? - con el corazón comprimido, no pudo evitar preguntar.-Confiaba en que lo harías; además, no tenía otra cosa que hacer más que esperarte - el chico se escondió en su abdomen, rodeando con sus brazos la cintura de Adair.Adair lo abrazó, pasando sus manos por la espalda delgada - Te extrañé - Caeli se pegó más. Transmitiendo el calor de su cuerpo a través de la ropa. El pecho de Adair pudo sentirlo; mientras observaba desde arriba su cara ligeramente sonrojada. Aunque el color no era tan vivaz como en un principio; aún así, no podía controlar el rubor que le subía desde el cuello, llegaba a sus orejas y bañaba su rostro.Levantando la cara, miró a una esquina. Pegó a Caeli a su cuerpo, con una mano. Luego, se inclinó a un lado estirando el otro brazo. Los dos se movi